Publicidad

Más allá de las chuzadas

Carolina Botero Cabrera
31 de octubre de 2014 - 02:33 a. m.

Arrancamos este siglo con amplias capacidades de los Estados para la vigilancia masiva que afecta derechos fundamentales como intimidad, libertad de asociación o libertad de expresión, pues, quien se sabe vigilado, actúa distinto.

Como dijeron en la W, poseer una lista de correos no es delito. Pero tal afirmación desestima con ligereza que en manos de inteligencia militar sí es indicio de posibles irregularidades. Si la tiene una autoridad con poderes de vigilancia y capacidad de interceptación de comunicaciones, que recientemente ha estado en la mira por posibles abusos, esa lista no puede ser vista como un directorio inocente de un correo electrónico personal.

La ley diferencia acciones de inteligencia preventiva de las de investigaciones delictuales. Aunque insuficientes, la ley tiene procedimientos y controles sobre las investigaciones por delitos, que no existen para las de inteligencia preventiva (centrales en la inteligencia militar).

Efectivamente la lista preocupa, pues sugiere a objetivos de chuzadas. Pero preocupa más si se mira dentro de acciones de vigilancia general donde los alcances son borrosos. Pudo construirse mirando metadatos para deconstruir relaciones (quién se comunica con quién, cuándo, dónde, en qué contexto), estableciendo patrones e identificando nombres que permitan filtrados más precisos. Y si fuera así, ¿debería preocuparnos menos?

El escándalo del DAS forzó la reforma al marco legal de inteligencia. Los recientes escándalos muestran que se quedó corta y dejan claro que está desactualizada con la realidad tecnológica, en donde el contenido de las comunicaciones no es lo único.

Por ejemplo, si llamo a casa a decir que estoy trabajando, tendré que explicar mucho si mi familia tiene acceso a los metadatos de mi celular y se da cuenta de que en realidad estaba en la zona roja. Casi que importa menos lo que dije que lo que dijo mi celular. La capacidad de articular mucha información para filtrarla, relacionarla, cotejarla y “leerla” es el presente. En Colombia, como en el resto del mundo, empezamos a ver sus peligros.

La seguridad nacional es un valor democrático. Sin duda, la inteligencia cumplirá un rol en una Colombia en transición. Sin embargo, cuando no tiene un marco preciso ni quién la ronde, el manto de posibles abusos lleva al esperado descrédito. ¡Debemos exigir controles!

 

Carolina Botero *

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar