Seguimos tragando entero. Que sí, pero que poquito; que bueno, pero que no es para tanto; que calma, que peores cosas se han visto; que tan raro, porque es buena gente. Tácticas del “soft-uribismo” para pegar con babas los estropicios del ala hard, fiel a su estilo arrasador.
Por eso, con lastimerías le bajan el tono a una renovada pandemia, entre las ya casi nueve que nos azotan como a Egipto antiguo: la del desplazamiento forzado, que estos días suma otros tres gravísimos focos y toca a más de 12.000 seres humanos. ¿Qué vendrán siendo ellos en neolenguaje duquista? ¿Armas caseras de guerra? ¿Material de intendencia?
Esa minimización fue el mismo argumento para maquillar el exabrupto de una biografía de la primera dama, por corta que fuese a falta de obras: ¿a qué tanta alharaca? Si acaso serían $50 milloncitos.
El embeleco aplica con los $14 billoncitos para aviones de guerra, gasto insultante para este contexto de hambruna, desempleo y desesperación. Se repite para el vacuo teleprograma presidencial a la hora del bostezo, que dizque “no nos cuesta más”, como si sus trabajadores, que se rompen la espalda para tan magros resultados de audiencia, donaran su tiempo o no tuvieran nada más importante que hacer.
Y si alguien creía que semejante récord de aburrimiento, falta de creatividad y emisiones inocuas era inigualable, nos vieron cara de ingenuos con la tal franja informativa de RTVC, pretextada con la urgencia de “modernizar” la “televisora nacional”. Para colmo, suavizamos el tonito porque a cargo de la telepropaganda oficial hay buenas personas, y quizá lo sean, como si con esa fachada no nos hubieran metido gato por liebre en el Palacio de Nariño.
Por eso nos parece poco, casi nada, el turismo parlamentario en estas fechas, con presuntos pasajes de cortesía, como si con congresistas alguna cosa fuera gratis.
De ese calibre es la programación de entretenimiento soft para desgatar a tirios y troyanos, y para que nadie se ocupe de la toma institucional del uribismo hard, ilegítima así sea legal, portando el dummy de Duque; al fin y al cabo el tipo parece buena gente.