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Masticar piedras

Danilo Arbilla
02 de noviembre de 2020 - 03:00 a. m.
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Está el dicho aquel de “borracho sí, pero no mastico piedras”. En general se cumple, pero hay excepciones, como se ha visto en los últimos tiempos. Debe ser parte del barullo y la confusión.

Por ejemplo, en las recientes elecciones de Bolivia varias decenas de miles de bolivianos radicados en Argentina votaron por Luis Arce, el triunfante candidato de Evo. Pero si alguien piensa que tras ello se inició el éxodo desde Buenos Aires hacia el altiplano, se equivoca. Una cosa es votar alegremente —e irresponsablemente— y otra, masticar piedras. Además, esa inmensa cantidad de bolivianos que viven en Argentina —y que votaron a Arce— “rajaron” de su país en época de los gobiernos de Evo, en que Arce era su ministro de Economía y Finanzas. Es como ocurre con Cuba, todos la aman, pero muy pocos se van a vivir a la isla. Salvo, por supuesto, los que tienen reservadas “casas diplomáticas” y una buena cantidad de “compañeros” para servirlos.

Arce, coherente —u obediente—, pidió al actual gobierno que al acto de asunción, el próximo 8 de noviembre, se invite a Nicolás Maduro y también a Evo Morales. El gobierno de Jeanine Áñez dijo que no: la actual Bolivia rompió relaciones con el gobierno bolivariano de Caracas y reconoció a Juan Guaidó.

El electo presidente ya anunció que reestablecerá las relaciones con la Venezuela de Maduro y con Cuba. En la línea del Foro de San Pablo, bolivariano, socialista, progresista y populista.

¿Pero masticará piedras?

Arce no lo hizo en el pasado, cuando ministro. Manejó la gran bonanza con prudencia y de ahí “su milagro”.

De todas formas, si le entusiasma el socialismo del siglo XXI, debería tener en cuenta algunos “logros”, a saber:

En Venezuela, el segundo país con mayores reservas de petróleo del mundo, solo queda gasolina para unos 15 días; en los hospitales las carencias son totales; en cinco meses hubo 85.000 apagones (hay incluso un Comité de Afectados por Apagones que reclama luz y energía y pide indemnización por pérdida de sus electrodomésticos tras los cortes); para diciembre se anuncia el cierre de 40.000 comercios; según el Observatorio de Seguridad Alimentaria, el 80 % de los venezolanos este año comieron menos que en el 2019; además, desaparecen periodistas o los acusan de conspiradores. Otra: el dólar paralelo se ubica por encima de los 500.000 bolívares y el salario mínimo es de 400.000 bolívares que, sumados a otros 400.000 (bono extra para alimentos), dan un salario equivalente a un dólar con 80 centavos por mes.

Cómo no se van a ir los venezolanos de Venezuela. En cualquier lugar van a estar mejor.

Hay más ejemplos: en Uruguay la izquierda agrupada en el Frente Amplio, casi la mitad del país, es ferviente defensora del régimen de Maduro. Eso sí, ninguno se muda para Venezuela. Tampoco mascan piedras.

Pero no en todo es así. Ya muy molesto por haber perdido el gobierno en octubre pasado, parecería que al FA le irrita sobremanera la fuerte imagen del presidente Luis Lacalle Pou, acrecida por el buen manejo de su gobierno ante la pandemia. La economía ciertamente ha sufrido los embates de la peste, que agravan la mala herencia que recibió. Hay caída de la actividad y el desempleo ha crecido en el sector privado: los funcionarios públicos, más de 300.000, son sagrados, inamovibles y privilegiados. Según se ha sabido en las últimas horas, hay miles y miles de ellos que hace meses no van a trabajar, “certificados por enfermedad”. De los funcionarios, precisamente, se vale el FA y la central de trabajadores (PIT-CNT), apéndice de aquel, para hostigar al gobierno y la paz social. Nada de prudencia: en las manifestaciones que se repiten cada vez más no se guarda distanciamiento y son muchísimos los que no usan tapabocas. Se dirá que van a clamar por la situación de sus “compañeros” privados que, además de no tener trabajo, directa o indirectamente les pagan los sueldos. Nada de eso: exigen aumentos y que no se les recorten recursos en la ley de presupuesto a consideración del Poder Legislativo. No quieren perder privilegios. Podría concluirse que están masticando piedras. Sí, o quizás se enmarca en una política muy ajustada a la dialéctica marxista en el sentido de que lo peor es lo mejor y por ese camino recuperar el poder. Si por ese medio lo logran, entonces sí que van a tener que masticar piedras o alguna otra cosa.

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Arturo(82083)02 de noviembre de 2020 - 06:32 p. m.
Mas de cinco millones de colombianos vivimos en el exterior y, aunque amamos a Colombia, no estamos pensando en irnos para alla. Segun el discurso del columnista, la conclusion es que Colombia esta como Bolivia, Cuba, Venezuela y Uruguay y no queremos regresar porque nosotros tampoco queremos masticar piedras. Cualquiera diria que estaba borracho cuando escribio esa piedra de columna.
Atenas(06773)02 de noviembre de 2020 - 05:39 p. m.
Es innegable q' el mundo mental de esos paisitos, y además en Bolivia untado de sabiduria ancestral indígena-lo q' eso quiera decir-, y en Uruguay de cuatro mechudos cuyo fin más anhelado es migrar, no pasan de ser casos de simple observación. Son como las parrandas q' se arman en los barriadas, sólo algarabía y bulla y al día siguiente con la misma resaca de sus constantes miserias.
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