Mattos y los delitos cotidianos

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Luis Carlos Vélez
08 de octubre de 2018 - 05:00 a. m.
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La semana pasada la defensa de Carlos Mattos dejó que se le vieran las orejas al burro. En entrevista con La FM, la abogada Mildred Hartmann aseguró que su cliente era víctima de una persecución por haber cometido un “delito cotidiano” que no reviste gravedad.

Primero vale la pena aclarar que no existe la tal clasificación de “delito cotidiano” y si existiera eso no lo hace menos grave. En la conversación, la doctora Hartmann también comparó la presunta acción de su cliente con la de sobornar un policía. En medio de la entrevista aseguró: “¿Quién no le ha dado plata a un policía?”. Pues yo no y tampoco millones de colombianos más, que sabemos que eso también es un delito.

Hay que recordar que la Fiscalía le imputó al señor Mattos cuatro delitos para nada menores: cohecho por dar u ofrecer, utilización ilícita de redes de comunicaciones, acceso abusivo a sistema informático y daño informático.

El ente acusador considera que el empresario participó en la manipulación del reparto de una demanda que él mismo presentó contra la compañía Hyundai en 2015 para que cayera en manos de un juez que terminó imponiendo una medida cautelar a su favor. Luego la Fiscalía siguió halando la pita y le permitió identificar que también se buscó ofrecer dineros a testigos para que cambiaran las versiones de los hechos. Mejor dicho, según la Fiscalía: sobornó a un juez y luego trató de buscar el silencio de los testigos. Una joya.

El caso de cotidiano no tiene nada. En el desarrollo de las investigaciones ya hay diez detenidos y la cabeza del asunto, el señor Mattos, permanece libre. Tampoco tienen nada de común los US$20 millones que el empresario obtuvo en conciliación tras esa medida cautelar que impedía a Hyundai vender carros o repuestos por medio de otro representante. Se podría considerar que esta “indemnización” está viciada.

Las declaraciones de la abogada Hartmann me hicieron recordar uno de los episodios más criticados de la administración Trump: la entrevista que Kellyanne Conway, consejera del presidente en comunicaciones, le concedió a NBC, en la que defendiendo la cantidad de asistentes a la inauguración del mandatario, una de las menos seguidas en la historia, creó un término para esconder la verdad: “Hechos alternativos”, y presentó el escuálido evento como un gran momento en la historia estadounidense. Mentirosa.

El señor Mattos, quien ostenta doble nacionalidad española y colombiana, ahora podría intentar demostrar su arraigo europeo argumentando sus millonarias inversiones en la península ibérica, incluidas su mansión y clínica, pero en realidad nació en Codazzi, Cesar, y estudió en un colegio de Medellín.

Sus abogados aseguran que no puede abandonar España y tampoco puede asistir a las citas con la justicia colombiana por un grave cuadro de depresión.

Las autoridades evalúan la residencia tributaria que tiene Mattos en Mónaco. Sospechan que podría moverse hasta allá, antes de que se haga efectiva la circular roja que ya solicitó la Fiscalía, si concluye que en España podría recibir el mismo trato que obtuvo el empresario Maldonado en el caso Interbolsa.

No, señora Hartmann, no hay delitos cotidianos y tampoco todos los colombianos sobornan policías. Normalizar este tipo de acciones es obligarnos a que mañana como nación aceptemos que violen y quemen niñas de nueve años y secuestren bebés de cinco. Ahora entiendo por qué su cliente está deprimido, cualquiera lo estaría con esa vergonzosa defensa.

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