Mi deuda con Perry

Patricia Lara Salive
25 de octubre de 2019 - 05:00 a. m.

—¿Le mando mi libro y le hace un comentario? —me escribió a comienzos de agosto Guillermo Perry—. En él la menciono.

—Claro —le dije—. ¿Y por qué me menciona?

—No me acuerdo. ¡Le va tocar leerlo todo! —repuso muerto de la risa ese gran amigo por más de 40 años.

El 8 de agosto, en un almuerzo en mi casa, se veía feliz: la semana siguiente presentaría su libro Decidí contarlo, un texto de 530 páginas en el que relata la historia económica y política del país en los últimos 50 años, como testigo de ella en su condición de economista graduado de MIT, primero en Planeación Nacional durante los gobiernos de Carlos Lleras y Misael Pastrana, luego en la Dirección de Impuestos bajo Alfonso López, después como consultor de varios gobiernos, ministro de Minas y Energía de Virgilio Barco, senador, constituyente, ministro de Hacienda de Ernesto Samper y, finalmente, como observador de los gobiernos siguientes. En la mesa, Perry se refirió a anécdotas picantes del libro, entre otras, una del presidente Misael Pastrana, a quien dejaba muy mal parado.

El 13 de agosto, al terminar la presentación en la atiborrada biblioteca del Gimnasio Moderno, me acerqué a felicitarlo. ¡Cómo iba a imaginarme que esa sería la última vez que lo vería! ¡Cómo iba a pensar que después de haberle ganado la batalla a un cáncer de vejiga, mes y medio más tarde su corazón se detendría súbitamente!

Perry ya no puede leer esta nota, pero le cumplo la promesa. Y lo hago un mes después de su muerte, porque no quería escribirla sin leerme cada una de las 530 páginas de este libro interesante, didáctico, ilustrativo, que muestra de manera amena y crítica la historia económica —siempre tan árida— de este país convulsionado, inserta en medio del acontecer político, comenzando al final del Frente Nacional y terminando en el gobierno de Duque.

Definitivamente, Decidí contarlo, una especie de memoria de la vida de Colombia y de la de Perry, hecha como si él hubiera presentido la cercanía de la muerte, es un texto que tanto expertos como legos en economía debemos leer.

Sin embargo, no refleja a su autor en toda su dimensión: lo retrata solo como el gran economista y el importante consultor internacional que fue, como el político, como el hombre interesado en la defensa de la ética pública y como el padre que amó a sus hijos y vivió enamorado de Claudia, su mujer… Pero no lo muestra como ese ser multifacético, aventurero, interesado por todo —los viajes, los amigos—, apasionado por la cultura, por el teatro, la literatura, la poesía, la música, hasta el punto de que sin tener oído musical escribió vallenatos y un bolero, este musicalizado por nuestro inolvidable amigo Mario Ochoa (q.e.p.d.), que en un par de apartes dice:

“Yo no sé si es verdad o es mentira lo que yo te digo, / pero sé que en la noche profunda me muero de amor (…) / Yo no quiero que llegue mañana ni la luz del día, / yo prefiero vivir en tinieblas sintiendo tu amor / y extraviarme en caminos sin rumbo por tu cuerpo lento / y perderme en un instante eterno de loca pasión”.

¡Ay, Perry, qué falta que va a hacernos!

Elecciones. Mis candidatos al Concejo: Clara López (Colombia Renaciente), Marisol Gómez (Bogotá para la Gente), Jorge Rojas (FARC), Ana Teresa Bernal (Colombia Humana), Diego Cancino (Alianza Verde).

Y en la Alcaldía, aunque con estilos diferentes, tanto Carlos Fernando Galán como Claudia López lo harían muy bien. En Medellín votaría por Daniel Quintero y en Cali por Jorge Iván Ospina.

www.patricialarasalive.com, @patricialarasa

 

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