Modi, en Israel

Marcos Peckel
05 de julio de 2017 - 03:21 a. m.

Tras 25 años de establecidas las relaciones diplomáticas entre India e Israel, por primera vez un primer ministro de India realiza una visita oficial al Estado Judío, en un momento en que las relaciones entre los dos países han adquirido real importancia estratégica. Dejando de lado viejas consideraciones políticas, Ranendra Modi arribó ayer a Israel, donde fue recibido con los máximos honores conferidos a un mandatario extranjero. La cúpula entera del Estado de Israel lo esperó al pie de la escalinata del avión.

No se trata de cualquier visita. Las relaciones entre los dos países, ancladas por años en cooperación militar, han trascendido a otros campos en los que las raíces son igualmente sólidas, firmes y profundas: tecnología, academia, espacio, emprendimiento e incluso religiosa. Israel hace uso de la quizás más efectiva arma de su arsenal diplomático en sus crecientes relaciones con las potencias de Asia: la innovación, apetecida igualmente por India y China, Corea y Japón, Vietnam y Singapur, ese ecosistema que ha convertido a Israel en la llamada Startup Nation. El éxito como carta de presentación.

Tecnologías modernas y avanzadas en agua y agricultura son esenciales para India y sus mil doscientos millones de habitantes e Israel las tiene. Plantas de desalinización de agua de mar, técnicas de reciclado de aguas negras para uso agrícola y microdrones que “leen el campo” para establecer necesidades del líquido han convertido a Israel en potencia global en el tratamiento de agua e India no se quiere quedar atrás.

La cooperación militar es extensa desde décadas antes de que se establecieran las relaciones formales entre Jerusalén y Delhi. En la actualidad, Israel es el tercer proveedor de armamento a India, después de Estados Unidos y Rusia. Más allá de los fierros: drones, misiles y sistemas varios, ambos países cooperan en inteligencia, entrenamiento, ciberdefensa, doctrina y contraterrorismo, de la variedad islamista radical.

India, a partir de la llegada del Partido Popular de India (BJP) —de Modi— al poder, ha abandonado su tradicional posición contra Israel en foros multilaterales, producto de su liderazgo en el anacrónico movimiento de los no alineados. Entes hostiles a Israel, como la Unesco y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, amigo de los Maduro, Castro, Ibn Saud, Al-Ásad, Khamenei y otros “demócratas” ya no cuentan con el voto favorable de Delhi para resoluciones anti-Israel.

Dos civilizaciones milenarias, judaísmo e hinduismo, encarnadas en el mundo moderno por dos modernos Estados: democráticos, multiétnicos, multirreligiosos y pluralistas, herederos de un orgulloso legado cultural, histórico y religioso. El amplio y multifacético intercambio académico entre universidades de los dos países, los foros de empresarios, el flujo turístico en ambas direcciones y centros de investigación científica conjuntos constituyen una faceta privilegiada de las relaciones entre India e Israel, cuyo comercio bilateral alcanzó, en 2015, 5.000 millones de dólares.

India e Israel, una alianza que brilla en el caótico horizonte geopolítico del siglo XXI.

 

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