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Motivación

Antonio Casale
18 de agosto de 2008 - 08:51 p. m.

¿Cuántas veces nos hemos quejado por la falta de compromiso con la camiseta que se defiende por parte de los jugadores de fútbol?

Recurrentemente acudimos al punto en el cual los protagonistas del espectáculo bajan los brazos por diferentes razones. Que se le rompió el grupo al técnico de turno, que no pagan a tiempo los directivos, que se dividió el equipo en dos o tres roscas, y que estos roscogramas, lejos de multiplicar, sólo logran dividir.

Las anteriores son sólo algunas de las excusas de las que se habla en voz baja en los camerinos cuando un grupo no anda bien. Pocas veces los equipos trabajan en técnicas de motivación para logar compromiso por parte de los jugadores, dejando por sentado que no sólo basta con un buen sueldo y un excelente plan de premios para que un ser humano se sienta feliz en su trabajo y pueda rendir al máximo.

En días pasados en Millos reunieron a los jugadores con este objetivo, pero esta vez no se hizo un asado como se acostumbra en el mundo del balón. Tampoco se trajo a un experto en coaching y trabajo en equipo para dictar una conferencia y hacer dinámicas de integración. En esta ocasión, el departamento de mercadeo del equipo les presentó a los jugadores un vídeo sobre la historia y los triunfos que ha logrado el conjunto azul a través de los años, el cual también contenía  apartes de la pasión que genera Millos en sus hinchas. Lo anterior fue acompañado por una pequeña charla para incentivar con algo diferente al vil metal a los jugadores. Hasta ahí todo parece normal y sonaría lógico que estas cosas sucedan en los equipos de fútbol.

Lo extraño del asunto es que los nuevos de la institución, quienes en su mayoría cuentan con basta experiencia en el fútbol nacional, se declararon además de satisfechos, sorprendidos por el hecho, y declararon que jamás en sus carreras los habían reunido para ponerles un poco más clara la historia y lo que rodea al club al cual llegaron.

Este tipo de prácticas debería ser más frecuente porque, aunque esto no asegura títulos, sí logra en gran medida el compromiso requerido para competir y buscar los mejores resultados. Los románticos de este deporte estamos convencidos de que en el fútbol, como en la vida, no solamente se requieren incentivos económicos para sentir como propia la camiseta. Bien decía Marcelo Lippi, técnico campeón del más reciente mundial, tras el dudoso comienzo de Italia: “Es increíble lo que un colectivo convencido de sus objetivos puede lograr”, 25 días después contra casi todos los pronósticos, estaba dando la vuelta olímpica en Berlín junto a sus dirigidos. Como quien dice, la motivación no hace goles, pero sí ayuda.

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