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Pazaporte

No es normal

Gloria Arias Nieto
18 de agosto de 2020 - 05:01 a. m.

Me rebelo contra la normalidad que mata y clava INRIs en la puerta de los contradictores al régimen. No me resigno al horror que se ha incrustado en nuestra cotidianidad, como una telaraña que busca enredarlo todo, callarnos, desviar la justicia, maniatar conciencias y amenazar a quienes proclaman la verdad.

Normal, según la RAE, aplica para todo aquello que se halla en su estado natural, habitual u ordinario; que sirve de norma o regla.

¿Qué país somos, si nos parece natural, habitual y ordinario que se pretenda acabar con los tres poderes que sostienen la democracia? ¿Hasta cuándo será norma o regla que a la gente le vulneren la vida y las causas, como si fueran barcos de papel atravesando una tormenta?

No acatar los mandamientos del silencio impuesto, ha sido sentencia de muerte. A Galán lo mataron hoy hace 31 años; cada día hace más falta, y cada disparo en su cuerpo, es un hueco en la conciencia de Colombia.

Nunca debería ser normal la violencia.

Hace pocos días, el senador Iván Cepeda declaró que él, su familia y su equipo de trabajo, habían recibido amenazas contra su vida. A él, que tiene un valor forjado desde su infancia, eso no lo detiene y, por el contrario, salió fortalecido a pedirnos que respaldemos a las Cortes y defendamos la justicia. Porque a la justicia, están a punto de tumbarla como a un árbol, con un hacha no palpable -peligrosa y grotesca- en las manos de un inconsciente.

A Iván Cepeda lo amenazan quienes le temen a la verdad. Cada propósito, cada defensa que emprende Iván, lo hace por convicción, conocimiento y razón. Ejerce actividades de alto riesgo, como defender los derechos humanos, y la vida de quienes le dan voz a los más vulnerables. En este país, mezcla imperfecta de discriminaciones medievales y odios heredados, es ¡increíble! más seguro y mejor visto, defender las armas que defender la paz.

Todo lo que Iván es -incluida la serenidad para enfrentar la adversidad- resulta profundamente incómodo, intolerable, para quienes cimientan su poder en las antípodas de lo que Iván defiende y representa. Una democracia que de verdad lo fuera, apreciaría y capitalizaría el disenso. Pero no aquí. No mientras nos gobierne la apología de la violencia.

En pueblos y ciudades de Colombia lo anormal se volvió normal; no se mata por hambre como los animales de la selva: se mata por una decisión premeditada, contratada y, de facto, permitida.

En medio de una alarmante ausencia de empatía, las amenazas crecen, como parte del ritual de la más distorsionada versión del poder. Matan niños, matan adolescentes negros, mestizos, indígenas, y no se detengan a memorizar las cifras: Si lo anormal no se hubiera vuelto normal, un solo niño asesinado, ya sería suficiente tragedia.

Somos muy raros: Celebramos la independencia con aviones que se usan para bombardear seres humanos. Es fiesta nacional la liberación frente a España, pero dedicamos la diplomacia de Estado a tratar de darle forma presentable a una nueva esclavitud, aplaudida con los ojos vendados.

Sé que, ante un gobierno elegido por más de 10 millones de votos, Pazaporte es una voz muy pequeña. Pero es la voz que tengo, y necesito escribirla, y pedir, exigir con todas mis fuerzas que se respete y se garantice la vida de Iván y su familia, de los magistrados y de la justicia misma. Acompañarlos -cuidarlos- es abrazar la esperanza de un país que no se hunda en el dolor ni en la costumbre.

Gloria Arias Nieto

Gloria.arias2404@gmail.com

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