No hagamos trizas la economía

José Manuel Restrepo
09 de junio de 2018 - 09:04 p. m.

De cara al 17 de junio, posiblemente uno de los asuntos centrales sobre los cuales cada ciudadano debería reflexionar es cuál es la propuesta que nos permita no hacer trizas la capacidad del país para ser más productivo, más competitivo, y para encontrar medios a través de los cuales podamos lograr tasas de crecimiento superiores al 6 % en los próximos años, que garanticen empleo, mejoramiento aún mayor en los logros sociales de lucha contra la pobreza y mayor capacidad de ingresos para la población. Todo lo anterior será requisito sine qua non para que fortalezcamos las instituciones, construyamos desarrollo y garanticemos el tránsito a un escenario de paz sostenible y duradero. Hacer lo contrario es nada distinto a dibujar pajaritos en el aire y asumir riesgos peores a futuro.

En simultánea con lo anterior, como sociedad civil debiésemos ser capaces de que, al decidir, no corramos el riesgo de eventualmente hacer trizas nuestras instituciones y principios fundamentales que nos han permitido ser una de las más respetadas democracias en América Latina. Principios como el respeto a la propiedad privada, la libertad de mercado, la independencia de las ramas del poder público, la democracia pluralista, la tolerancia y el respeto a la diferencia, la igualdad ante la ley para todo ciudadano y finalmente el cuidado en limitar la intervención del Estado en los ámbitos social, económico y cultural, a menos que sea con espíritu subsidiario, solidario o complementario.

Con esto como punto de partida, podemos también hacer trizas nuestra frágil competitividad si seguimos proponiendo gastos e inversiones públicas no financiadas con ingresos fiscales claros y evidentes o si seguimos alimentando el presupuesto nacional con discursos populistas de rebajas tributarias, condonaciones de créditos de entidades públicas, nuevas exenciones inútiles, emisiones de deuda pública o similares para adquirir predios, o si simplemente no somos conscientes de que tenemos uno de los sistemas tributarios más costosos y casi confiscatorios para el sector productivo, que es el que realmente genera la riqueza.

Podemos hacer trizas nuestra economía si al desacelerado crecimiento económico ahora le agregamos la destrucción de sectores productivos que históricamente han sido productivos. Tal es el caso del sector minero y de hidrocarburos, que ha representado en la historia reciente el 50 % de las exportaciones, el 7 % del Producto Interno Bruto y el 18 % de los ingresos fiscales del país. Abandonar un sector así puede ser lo más parecido a un tiro en el pie. Lo anterior se agrava cuando vemos regiones de Colombia en donde hábilmente la minería informal y no sostenible ha sabido aprovechar mensajes erráticos respecto al desarrollo minero para copar la oportunidad de explotar nuestras riquezas haciendo, allí sí, trizas el medio ambiente.

Se puede hacer también trizas la economía cuando se envían mensajes ambiguos o directos de destrucción de confianza en el sector real de la economía. Pretender, por ejemplo, usar los ahorros del sector pensional para volver de nuevo a una banca estatizada que resultó burocrática e ineficiente en el pasado, no parece el mejor mensaje para construir un activo tan valioso como la confianza empresarial, que es indispensable para que el sector real invierta y para atraer inversión extranjera.

Se puede también contribuir a hacer trizas la economía si al proponer una nueva agenda productiva no se tienen identificadas estrategias concretas, focalizadas y planeadas para construirla o si, por ejemplo, al proponer una agenda de diversificación exportadora se recurre de nuevo a una mirada proteccionista que pone en entredicho los tratados de libre comercio vigentes, que son justamente un canal para lograr lo anterior.

Lo que sí debemos hacer trizas es tanta división y polarización que hoy, a través de un peligroso discurso, fraccionan la sociedad entre amigos y enemigos de la paz, ricos y pobres, izquierda y derecha, público y privado, sin entender que para que el modelo económico de Colombia funcione se necesita más bien sumar y no tanto restar, y que en el marco de las diferencias naturales que puedan existir por políticas puntuales, lo que el país debe lograr es generar mucha más riqueza para que sea distribuida y no tanto distribuir pobrezas.

jrestrep@gmail.com / @jrestrp

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