No quiero ser ministro

Salomón Kalmanovitz
13 de mayo de 2018 - 08:12 p. m.

Yo no lo escuché, pero me dijeron que Petro consideraría mi nombre para ser su ministro de Hacienda. También afirmó que ambos éramos keynesianos y que compartía mis posiciones sobre impuestos progresivos, la necesidad de hacer un nuevo catastro y que la gran propiedad rural pagara prediales justos a los municipios. Yo le agradezco su confianza y me hace sentir mejor que un candidato tan popular presente estos temas en el debate público. Recuérdese mi berrinche de hace unas semanas, en reacción al hecho de que mis propuestas razonables no son escuchadas.

Debo aclarar entonces que mis preferencias electorales no están de su parte. En mi larga y frustrada carrera política he participado en el trotskismo durante los años 70 del siglo pasado y acompañé a Antanas Mockus y Sergio Fajardo en sus campañas electorales de 2006 y 2010. Comparto con ellos la visión de una Colombia más justa y educada, en especial sus apreciaciones sobre las grandes fallas de las instituciones colombianas que requieren de una profunda reforma política que debilite el clientelismo y ataque la corrupción.

En esta ocasión me atrae en especial el programa de Fajardo de educar desde los infantes más pequeños y su priorización de la educación sexual de los jóvenes para contener el embarazo adolescente, que frustra las vidas de tantas personas. También me parece que tiene un compromiso fuerte con la ciencia y la educación superior pública, ampliando sus presupuestos y sobre todo la calidad de la última. Cuando fue gobernador de Antioquia tuvo que trabajar con los raquíticos presupuestos que padecen todos los departamentos y logró desplegar acciones de amplio impacto cultural y educativo, mediante competencias entre municipios que se movilizaron para mejorar sus capacidades educativas.

Fajardo también se muestra de acuerdo en que las personas más ricas paguen mayores impuestos, al tiempo que reconoce que las empresas y las nóminas están sobrecargadas. Insiste sobre la necesidad de hacer un nuevo catastro multipropósito que verifique el valor de la propiedad y que esta pague impuestos acordes, que oxigenen los precarios presupuestos municipales y animen su vida política. Así mismo, sus propuestas en macroeconomía son las más responsables, pues no se pone a regatear con la regla fiscal. Le presta atención a la equidad social, de género y a la desigualdad del desarrollo que favorece a unas regiones, mientras otras se quedan rezagadas. Propone programas específicos como “jóvenes con futuro” y atención para madres en situación vulnerable, mientras que la educación se torna en el factor igualador de oportunidades.

Me parecen claras sus propuestas en materia de innovación, emprendimiento y diversificación de la canasta exportadora que requiere de acompañamiento técnico y transferencia de conocimiento, todas de nuevo relacionadas con la educación y con un Estado más fuerte y eficiente que provea los bienes públicos que demanda el desarrollo económico y social del país. Hay un reconocimiento en su programa de la diversidad territorial del país y de que cada región tiene unas necesidades peculiares que hay que atender.

Así las cosas, mi apoyo va para Sergio Fajardo en la próxima contienda electoral. No tiene que considerarme para ser ministro de Hacienda, pues tengo limitaciones de edad y, más importante, de energía para desempeñar adecuadamente tan pesado cargo.

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