Como señalan Levitsky y Ziblatt en su libro Cómo mueren las democracias, esto no solo sucede como consecuencia del uso de las armas, sino porque los mandatarios electos subvierten el proceso que los llevó al poder. Por lo general, la erosión es gradual e imperceptible. Los autores identifican algunos indicadores de alerta. Entre ellos está el rechazo o débil compromiso con las reglas de juego formales e informales de la democracia; no reconocer la legitimidad de los opositores, estigmatizarlos y acusarlos de subversivos, antipatriotas o enemigos de la democracia; descalificar a instituciones como las cortes o el Congreso...
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