Notas de buhardilla

Notificados

Ramiro Bejarano Guzmán
08 de septiembre de 2019 - 05:00 a. m.

Están de plácemes el Gobierno del subpresidente Duque y el Centro Democrático, no propiamente porque las encuestas los favorezcan, porque allí les está yendo como a los perros en misa, sino porque pronto “descansarán” de Noticias Uno los fines de semana.

No en vano Uribe dio señales durante la campaña presidencial de que Duque controlaría los medios y ya empezó a cumplir. En efecto, la sanción de la Ley 1978 de 2019, a la que tanto empeño le puso el régimen, elevó a ley la posibilidad de controlar los contenidos periodísticos para marchitar a los medios independientes, para lo cual apresuradamente expidió esta semana el decreto reglamentario 1570 de 2019. Eso no pasó a espaldas de Duque, sino con su visto bueno y el de sus aduladores y perseguidores de sus críticos. Por eso el Gobierno arrancó en RTVC, nombrando a un personaje que lo primero que hizo fue censurar un programa del canal público de televisión que le resultaba incómodo a las hordas uribistas, y por cuenta de eso expulsaron al periodista Santiago Rivas que se había atrevido a tanto.

Es difícil creer que el retiro de Noticias Uno fue una decisión de los accionistas mayoritarios, cuando todo lo que pasa en el complejo mundo de los medios de comunicación tiene que ver, directa o indirectamente, con la lente del Gobierno, no siempre ecuánime ni indiferente. Ese es el talante del actual cuatrienio. Por esa razón, los militares que terminaron en la picota por cuenta, primero, de las revelaciones de The New York Times y, más tarde, de la revista Semana montaron un operativo gigantesco con recursos públicos para identificar las fuentes de esos medios. En vez de privilegiar la investigación para sancionar a los responsables de tan reprochables conductas denunciadas, como lo esperaba todo el país, la milicia se entregó a una cacería de brujas para dar con los “gargantas profundas” que revelaron buena parte de la podredumbre que los acosa. Obviamente, ni a Duque ni a su mórbido ministro de Defensa les interesó detener el atropello.

Pero allí no paran los detalles. Ya se va haciendo frecuente que desde la Casa de Nari o desde el cerrado círculo presidencial íntimo, o desde ambos, dejan filtrar comentarios sueltos ante los dueños de los medios, expresando molestias con un director independiente o con un columnista que opina en contravía de la línea oficial. Detrás de eso se alimenta una sucia campaña de desprestigio contra directores de medios, periodistas y opinadores que empieza con sutileza y luego evoluciona a situaciones de riesgo personal y profesional.

Los casos ya comienzan a ser notorios. Por ejemplo, un comentario supuestamente desprevenido de uno de los alfiles palaciegos, uribista purasangre, escudera y estafeta presidencial, sugiriendo inhabilidades profesionales de abogados de los medios porque alguno de sus familiares ejerció el derecho ciudadano de demandar una ley. Infundio repetido irresponsablemente por un improvisado dirigente empresarial, que ha oficiado siempre de cipayo uribista. Así se lanzan los mensajes subliminales esperando que quien los oiga ejerza represalias contra quienes resulten incómodos al régimen. Es una forma silenciosa de amenazar sin que parezca intimidante, pero a sabiendas de que todos entienden que se trató de una advertencia, similar a la que se hizo célebre en la película El padrino, cuando don Vito Corleone —interpretado magistralmente por Marlon Brando— le promete al cantante Johnny Fontane que lo sacará de un lío, pues le llevará a quien lo molesta “una propuesta que no podrá rechazar”. No afirmo, por ahora, que el Gobierno sea mafioso, pero en este episodio hay una cercana similitud con las costumbres sicilianas.

Lo grave es que ese mismo procedimiento fue igual durante la Seguridad Democrática. No lo hemos olvidado, porque muchos padecimos entonces los señalamientos y descalificaciones de todo orden.

A propósito, ¿cuál es el verdadero papel de María Paula Correa, secretaria privada en la Casa de Nari?

Adenda. El Gobierno se ufana de que nuestras Fuerzas Armadas están capacitadas para enfrentar a Maduro, ¿pero por qué no ha sido capaz de impedir los asesinatos de líderes sociales y candidatos como Karina García, aspirante a la Alcaldía de Suárez, en Cauca?

notasdebuhardilla@hotmail.com

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