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Números del COVID-19

José Fernando Isaza
02 de julio de 2020 - 05:00 a. m.

Para imponer restricciones adicionales a los viejos, el Gobierno utiliza como argumento que somos más susceptibles al COVID-19, afirmando que quiere protegernos, no mortificarnos. Veamos algunas cifras.

Los mayores de 70 años somos el 5,5 % de la población, pero representamos el 7,17 % de los contagios. Como la tasa de letalidad está asociada a hipertensión, obesidad, colesterol, triglicéridos, quimios y radiaciones, los mayores de 70 años tenemos mayor prevalencia de estas características y mayor mortalidad. De las muertes atribuidas al COVID-19, el 50,3 % corresponde a mayores de 70, lo cual justificaría mayores restricciones; pero la letalidad de los viejos es por viejos y no necesariamente por el virus. En el 2019, un año sin pandemia, el 54 % de los decesos fueron en personas mayores de 70 años. Este porcentaje es superior a la letalidad del COVID-19. Un análisis actuarial permite concluir que a quienes habría que restringirles adicionalmente su movilidad es a los jóvenes. Veamos: si un anciano se contagia, su esperanza de vida se reduce en pocos años, pues está afectado de una enfermedad mortal, la vejez. Los economistas dirían que la pérdida de capital humano no es tan elevada, pues muchos no están ya en actividades productivas. Por el contrario, el deceso de un joven tiene mayor impacto en la sociedad y en la economía, ya que se pierden varias decenas de años de capacidad productiva y a esto debe añadirse el desamparo en que pueden quedar sus hijos menores. Por lo tanto, desde el punto de vista de racionalidad social, afectiva y económica, a quienes el Estado —que ahora quiere mostrarse paternalista— debe proteger más es a los jóvenes, no a los viejos. Los mayores, con alta probabilidad, nos cuidamos más, salimos menos y tomamos precauciones para reducir la posibilidad de contagio.

En el país la tasa de letalidad de los contagiados diagnosticados alcanza el 3,4 %. De 10.000 afectados mueren 171 mayores de 70 años y 169 menores. Como los mayores de 70 años corresponden al 7,17 % de los contagiados, se concluye que la probabilidad de un desenlace fatal en los mayores de 70 años es alta, el 24 %, 13 veces mayor que la probabilidad de un enfermo menor de 70 años, que es el 1,8 %. Sin embargo, la pérdida de esperanza de años de vida es de muchas decenas en los menores de 70.

Antes de que mis contemporáneos entren en pánico con estas cifras, es conveniente un primer análisis de la probabilidad de contagio. Hoy en Colombia el contagio representa el 1,9 por mil de la población, que aumentará, pues estamos en la fase de crecimiento geométrico. En los países que están dejando atrás el pico de la epidemia, el número de contagios fue en casi todos inferior al 1 %. En España el contagio fue de 5,2 por mil; en Italia, 3,94 por mil; en el Reino Unido, 4,6 por mil; en Alemania, 2,26 por mil; en Estados Unidos, el 7,1 por mil. Pero en el estado de Nueva York ascendió al 2 %; en Chile se superó el 1 % y llegó al 1,31 %.

En Bogotá la situación empeora, hace una semana la tasa de duplicación de contagios era de 19,2 días, pero el 29 de junio se redujo a 16,22 días. Atlántico, incluyendo Barranquilla, con un ultraalarmante período de duplicación de 10,12 días hace una semana, actualmente muestra una pequeña mejoría: 13,7 días. En Cali el período de duplicación hoy es de 34 días, una mejora con relación a los 23 días de hace una semana. Una conclusión inicial: regañar más no mejora los indicadores de la pandemia.

 

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