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El problema son los cupos, no el color del vehículo

Luis Carlos Reyes
09 de junio de 2016 - 03:15 a. m.

El gobierno acaba de reglamentar los llamados “taxis de lujo”, con lo que pretende abordar el reto de plataformas de transporte como Uber. La verdad es que no ha hecho absolutamente nada.

Parte de la supuesta solución es reglamentar el color de los taxis de lujo: negro con una franja de cuadritos. Sobra decir que el color del carro nunca va a solucionar el problema económico subyacente, y tampoco lo harán las demás provisiones de la resolución. Estas son tan cosméticas e irrelevantes como el color de los vehículos.

El problema son los cupos. No se arregla dictaminando, como lo hace la Resolución 2163 del Ministerio de Transporte, que para que un servicio pueda llamarse “de lujo” sus conductores requieran un entrenamiento legalmente certificado como entrenamiento de lujo. ¿Acaso gobernar consiste en reglamentar tautologías? Tampoco lo arreglan las nuevas trabas legales que impone la resolución para que los transportadores accedan a las plataformas. Aún menos sirve que el gobierno defina, basándose en ideas que ya habían tenido e implementado los creadores de las plataformas, qué características debe tener el software de una plataforma de transporte ideal. Y si algo definitivamente no va a resolver el problema de los cupos es convertir a las autoridades locales en comisiones reguladoras de tarifas de taxis de lujo.

El problema de los cupos se arregla eliminando los cupos.

Los cupos que hace años les regaló el gobierno a algunos particulares son limitados, y por eso usarlos cuesta muchísimo. Los taxistas dicen que lo más duro de su trabajo es que les toca mantener no a una sino a dos familias: la suya propia y la del dueño del cupo. Únicamente el 17 por ciento de los taxistas posee uno, y a los demás les toca pagar, día a día, por el derecho a trabajar. La gran mayoría de los taxistas se beneficiaría con la eliminación de este sistema.

Los conductores de Uber pueden prestar un servicio de lujo porque al no pagar un cupo de taxi invierten en vehículos mejores, y con todo y eso ganan más y trabajan menos horas. No les hace falta pintar el carro de otro color para mejorar la calidad del servicio.

Los “taxis de lujo” que propone el gobierno pagarán el mismo cupo que los taxis actuales, y por lo tanto tendrán que cobrar tarifas más altas que las de Uber. Los fondos así recaudados se destinarán a preservar la renta de los afortunados dueños de los cupos.

Esta manera insidiosa de presumir que se ha hecho algo cuando no se ha hecho nada no se puede tolerar. La reglamentación no vale ni el papel en el que está escrita, excepto, eso sí, para los intereses especiales de gente que vive de alquilar pedazos de papel regalados por el estado. Depende de nosotros, de la ciudadanía – incluyendo taxistas sin cupo, conductores de servicio especial y pasajeros - exigir una normatividad de transporte seria y en un futuro castigar en las urnas a los políticos que se han doblegado ante los intereses de unos pocos. El nuevo ministro de transporte, Jorge Eduardo Rojas Giraldo, todavía está a tiempo de no ser uno de ellos.

Luis Carlos Reyes, Ph.D., Profesor Asistente, Departamento de Economía, Universidad Javeriana

Twitter: @luiscrh
 

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