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Escribo esta columna con las cenizas de mi madre aún tibias en un armario en casa de mi hermana. Estamos a la espera de que mi otra hermana pueda venir a Cartagena en diciembre, para que sus tres hijos podamos esparcirlas ¡donde nos dé la gana!
Esta última disposición de la Iglesia realmente fue la gota que rebasó la copa. (A propósito de la excelente columna el viernes pasado en El Espectador de Mario Fernando Prado, titulada "¿De quién son sus cenizas?", he decidido manifestarme, no sólo para adherir de manera incondicional a sus planteamientos, sino para expresar mi propia indignación.)
Hace un tiempo había empezado a escribir una reflexión sobre las diez razones o mandamientos por los que había decidido alejarme para siempre de la religión católica. Esta última disposición ¿del papa? no sólo reconfirma mi decisión, sino que añade un mandamiento adicional a este decálogo.
De niño fui educado como católico por monjas y curas benedictinos sangrientos en el Colegio San Carlos de Bogotá. Sobre ello escribí en el 2007 una crónica que apareció en este diario y en la revista Número (q.e.p.d.) y con la que me gané el Premio Simón Bolívar de ese año (¡un clavo bien sacado!) : Llora et Labora (Memorias de la Carne). Allí hice un relato pormenorizado - año a año - de las palizas físicas, mentales y espirituales que me llevé en esos once años de permanencia en el mejor colegio de Colombia (el mismo en el que estudiaron el Presidente Santos, Andrés Pastrana, Pacho Santos, entre muchos otros winners exitosos y competitivos.) "No joda más con eso: ¡actualice sus traumas!", me decía con mucha gracia mi gran amiga Susana Carrié. Pero es que con cada nuevo bandazo o baculazo que da la Iglesia, se reavivan todos esos traumas y resentimientos.
Si hay algo que no soporto es la doble moral: el sí pero no y en eso la Iglesia Católica es campeona. Sí estamos con la paz pero no tomamos partido por el plebiscito que puede refrendarla. Por algo su comportamiento me parece más cerca al de Poncio Pilatos que al de Jesucristo. Siempre lo he afirmado: la Iglesia Católica es al Cristianismo lo que el Estalinismo al Marxismo: una distorsión, una traición, una herramienta de poder y de dominación. En el caso que nos ocupa, la Iglesia ya no sólo quiere entrometerse en nuestros calzones sino también en la intimidad de nuestro duelo y de nuestra ritualidad frente a la muerte.
Y aprovecho entonces para enunciar los otros 10 mandamientos o grandes temas que me llevaron a apostatar de esta doctrina:
1) poder y 2) riqueza: comienzo justamente por la posición ambigua y descarada de la Iglesia frente al poder y la riqueza material. El mensaje de humildad y austeridad de Cristo y de la pobreza franciscana, no lo practican para nada los grandes jerarcas purpurados, casi siempre alineados con los poderosos. El dinero, las joyas, los mármoles, los rasos, los palacios nada tienen que ver con el pensamiento del pobrecito de Asís, con el que se identifica el pontífice de turno.
3) la sexualidad: sin duda el más pantanoso de todos los terrenos en los que pretende la Iglesia gobernar. Este sí el reino absoluto de la doble moral: si (supuestamente) no hacen el juego ¿por qué pretenden hacer las reglas? Y de aquí se derivan otros de estos mandamientos y reflexiones:
4) la posición discriminatoria de la iglesia frente a la mujer es imperdonable: seres humanos de segunda categoría...no dignos de ostentar los mayores honores del poder eclesiástico...sirvientas...seres inferiores...
5) y por supuesto, el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo no se discute: el aborto es siempre un pecado, aunque se sepa que el feto esté enfermo, que la vida de la madre corre peligro o que el fruto de su gravidez es producto de una violación...¡y ni qué hablar del sacrosanto y elemental derecho a decidir simplemente si quiere ser madre o no...!
6) el celibato: otro paraíso de las simulaciones y de la frustración: la negación antinatural de un cuerpo que quiere amar y disfrutar otro cuerpo. Porque si algo ha hecho la religión católica es sacarle el cuerpo al cuerpo, ensuciarlo, castigarlo, estigmatizarlo, torturarlo. El regalo más preciado y precioso que nos dio la naturaleza: ese cuerpo-tiempo en el que acontece nuestra vida se convierte, en esta doctrina, en terreno de las sombras, la represión y la mentira.
7) sin duda la institución en la que más homosexuales (hombres y mujeres) se parapetan, se niega a admitir y a aceptar, con generosidad y respeto esta condición humana, tan natural como la heterosexualidad. Y por ello las aberraciones, las perversiones, la pederastia/pedofilia y la manía encubridora que ha distinguido a la Iglesia desde siempre...
8) la posición de la Iglesia frente al uso del condón como medio eficaz - científicamente comprobado - para prevenir la transmisión de enfermedades y la procreación sin control, es simplemente criminal: continentes como África, inundados de SIDA y de niños indeseados, malnutridos/desnutridos, abandonados, son el resultado de esta ceguera deliberada.
9) y llegamos entonces al más escabroso de los asuntos y, a la vez, al más delicado e íntimo de los derechos humanos: el derecho inalienable a decidir la propia muerte y asistir la muerte, para terminar el sufrimiento, de quienes amamos. Ahora la iglesia nos amenaza con no celebrar exequias a quienes no dispongan las cenizas donde ellos ordenan, del mismo modo como durante siglos le negaron a los suicidas y a sus familiares el consuelo de una ceremonia, así como el derecho a ser enterrados en un camposanto. ¡Qué infamia! ¡Con qué derecho!!
10) y por último, un mandamiento que tiene que ver más con la estética que con la ética (aunque en el fondo terminen siendo lo mismo): durante siglos la Iglesia fue la aliada de los más grandes creadores (arquitectos, pintores, escultores, músicos) a quienes patrocinó y comisionó obras de Arte, eternas e indestructibles. A partir del Concilio Vaticano II, cuando la misa dejó de decirse de espaldas y en latín y el lugar de Bach y de Haendel fue usurpado por Sor Ye-Ye, el rito teatral que tanto me intrigaba y atemorizaba dejó de interesarme por completo....
11) y a este triste elenco, se añade hoy esta nueva - abusiva - intromisión sobre lo que debo o no hacer con las cenizas de mi madre.
* Cofundador y director del Colegio del Cuerpo de Cartagena.
