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La paz politiquera

Jorge Iván Cuervo R.
29 de julio de 2016 - 02:50 a. m.

Hay suficientes razones para preferir un escenario de paz con las Farc a uno de confrontación, un propósito que como sociedad es apenas justo plantearnos, incluso más allá de que sea un objetivo fundamental —quizás el único— del gobierno de Santos.

El escepticismo ha venido cambiando a medida que se dan pasos sustanciales en La Habana, y que la comunidad internacional, sin excepción, acompaña y rodea el proceso. La oposición ante los argumentos extravagantes del castrochavismo y demás tonterías se va debilitando en sus posibilidades de plantear un escenario alternativo que no sea el de seguir en la confrontación, con todo lo que ello implica para las propias víctimas.

El debate venía dándose al margen de la discusión política, y el buen tono de De La Calle y la orientación estratégica de Jaramillo han conducido el proceso por los canales adecuados del debate civilizado, hasta el punto que uno piensa que el tono beligerante del expresidente Uribe ha contribuido en neutralizar reacciones más duras de sectores de extrema derecha que estarían dispuestos a boicotear el proceso más allá de lo razonable.

Y cuando las cosas van mejorando y se respira un clima propicio para que se forme el acuerdo, y nos sentemos a estructurar el posconflicto, Santos decide entregarle el proceso de la promoción del SÍ en el plebiscito a los politiqueros de siempre, a los Roy, los Benedetti, los otrora defenestrados políticos de Opción Ciudadana – antiguo PIN, el partido donde fueron a parar varios parapolíticos—, a los godos que no pueden ver un cargo público vacante, y decide desconocer o minimizar el apoyo de las organizaciones sociales y ciudadanos desinteresados que ven la paz más allá de una oportunidad de repartirse de nuevo la marrana del poder, como lo llamamos coloquialmente, y que es prácticamente la única motivación de los políticos profesionales como los que ve uno ahora al frente del proceso, incluyendo en la izquierda a Piedad Córdoba.

¿Qué necesidad tenía el presidente Santos de reencauchar a César Gaviria para estos menesteres? Ya el gavirismo se apropió del proceso (De la Calle, Pardo, Villegas), y lo viene haciendo bien, pero todo indica que la actitud del expresidente de Pereira ante Uribe en la segunda vuelta, cantándole la tabla y poniéndolo en su sitio, fue suficiente para que Santos se decidiera por él, y de nuevo pudiera enfrentar las bravuconadas del otro ex y sus seguidores. A un perro bravo, uno más bravo, parece ser la lógica.

Ya sabemos cómo terminará esto. Serpa pidiendo la renuncia de Vargas Lleras para poder posicionar un candidato liberal a la Presidencia en el 2018. Los conservadores reclamando su derecho a tener candidato propio, la izquierda tratando de revivir al inmolado exalcalde Petro, los verdes metiéndole el empujoncito a Fajardo, el Centro Democrático tratando de encontrar un candidato creíble que no parezca una sombra de Uribe y que esté dispuesto a atravesársele a la implementación del acuerdo y revertirlo. En fin, lo de siempre, los problemas centrales de Colombia como sociedad subordinados a los intereses de los políticos, nuestra tragedia.

Y sí, que hartera que para el SÍ tengamos que aceptar que sea Roy el que salga a pedirnos el voto, y que sean los de Opción Ciudadana los voceros en las regiones de esa noble causa. Que gente que no nos representa sean los abanderados de la paz.

@cuervoji

 

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