Maradoniano

Antonio Casale
16 de enero de 2017 - 02:00 a. m.

Maradona con la pelota era un genio. Su manera de jugar logró lo que pocos pueden. Gracias a tipos como Diego, el fútbol es una de las pocas cosas en la vida en donde solamente con talento se puede lograr que no siempre ganen los poderosos. Pero Maradona sin el balón es un desastre.

Ahora resulta que el mismo Maradona que desveló la oscuridad de la FIFA durante años es el nuevo mejor amigo de Infantino, su presidente. Ahí estaba orondo el día de la entrega de los premios de la FIFA, como si nada. Diego, que nunca tuvo pelos en la lengua para decir verdades incómodas sobre Havelange y Blatter, ahora se pone la camiseta de Infantino, como si no supiera que el nuevo presidente hacía parte del circo desde tiempos de Blatter, hoy fuera del cargo con líos con la justicia.

Maradona nos tiene acostumbrados a toda clase de incoherencias que poco le importan, tal vez porque él ni se da cuenta. El gran amigo de íconos de la izquierda como en su momento fueron Fidel y Chávez es comunista de corazón, pero vive en Dubái en un palacio con playa y cine privados entre muchas otras excentricidades. Ese es el Diego de la gente.

Algunos afirman en Argentina que le apunta a la AFA para “salvarla de la debacle”. De hecho, ya se apuntó en uno de los bandos que se disputan el poder de esa entidad que por tanto tiempo fue el escenario de acción de Julio Grondona, su presidente vitalicio que hasta el momento en el que lo sorprendió la muerte tejió una mafia digna de hacer una película tipo El padrino, en la que el personaje que lo represente podría hacer ver a Vito Corleone como un niño inocente.

Así es. Ahora Maradona quiere el poder que siempre criticó para, según él, salvar el fútbol argentino. Para ello se une en matrimonio por conveniencia con Infantino, él sabe que la FIFA tiene el poder de quitar y poner en cualquiera. Es toda una jugada maestra, como las que mostraba en la cancha, solo que en el campo las cosas se resuelven dándole patadas a un balón. En los círculos de poder la cosa es a otro precio.

Ya es hora de que alguien le haga entender a Maradona que su mejor faceta era la de futbolista. La huella que dejó como jugador es tan grande que sus fracasos como vocero político, entrenador o presentador de TV no la han eclipsado. Ojalá que su rol como directivo no lo logre. Casos como el de Platini se han visto.

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