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Más ético es corregir el acuerdo que volver a la violencia

Daniel Mera Villamizar
01 de octubre de 2016 - 02:04 a. m.

Y “sólo los imbéciles no cambian de opinión cuando cambian las circunstancias”.

Imaginemos que gana el No. ¿Qué harían el gobierno y las Farc sin contradecir o anular lo que han dicho y hecho para buscar el Sí? Porque contradecirse significaría hipocresía, mentira o manipulación durante la campaña por el plebiscito.

Pues bien: el gobierno ha enarbolado la máxima de "por salvar vidas, todo" y las Farc han comenzado a pedir perdón a las víctimas, se supone que en un proceso de arrepentimiento. Si triunfa el No, ¿cómo deberían proceder las partes de modo coherente en términos éticos?

No sería ético que el gobierno dijera: "no haré ningún esfuerzo más por un acuerdo de paz, hasta aquí llegamos", porque eso va contra el imperativo de "por salvar vidas, todo". Y tampoco sería ético que las Farc dijeran “volvemos a la lucha armada", porque eso implicaría seguir causando el dolor por el que están pidiendo perdón y reconciliación.

De acuerdo con la ética que han proclamado y los gestos morales, lo correcto sería que gobierno y Farc dijeran: "el pueblo se pronunció por el No en democracia y eso significa que tenemos un gran problema por resolver para el acuerdo negociado; sigamos trabajando para hallar la solución".

Este es el momento en que el proceso es "irreversible", es decir, que resulta muchísimo más costoso echar para atrás, tirar a la caneca, que ir hacia adelante. Santos no quiere poner en riesgo el Nobel y los comandantes de las Farc prefieren la nueva vida en vez del susto por los aviones  Kfir.

A los que se esfuerzan por mostrar que renegociar ante el mandato del pueblo sería imposible, bastaría recordarles esta famosa frase del presidente Santos: “Sólo los imbéciles no cambian de opinión cuando cambian las circunstancias”.

Asumamos que en aras de la discusión, los líderes del Sí aceptan que el presidente Santos cambiaría de opinión y los negociadores volverían a La Habana para enfrentar la crisis.

Algunos intelectuales, convertidos en vocales del poder, no encuentran qué se podría hacer en el plano político ni qué mejorar del acuerdo final ante un No. Un curioso bloqueo de la imaginación.  Aquí van unas ideas.

Lo primero es coger la palabra de los líderes del No: "la oposición no es a la paz negociada, sino a este acuerdo". Y hacer  una versión del "Pacto Político Nacional" (págs. 71-72) con el país que quiere un mejor acuerdo.

Un pacto Santos-Uribe requeriría bastante grandeza de ambos, y reforzaría la posición renegociadora del gobierno, pues representaría a todo el país, no a medio país.

No habría que cambiar a Humberto de la Calle ni a Sergio Jaramillo, sino sumar un tercer negociador principal, intérprete genuino y ecuánime del enfoque de revisión del acuerdo. 

Ciertamente, se necesitaría un enfoque con premisas como "1) los acuerdos se tramitarán por las reglas de la democracia establecidas, preferentemente; y 2) se evitarán al máximo medidas que concedan privilegios y legitimidad al uso ejercido de la violencia", pero ayuda dar ejemplos de asuntos concretos para renegociar.

1) Adiós al Acto Legislativo número 1 de 2016, con su atropello a la Constitución, producto de lo que las Farc llaman las "funciones constituyentes de la mesa de La Habana". La implementación normativa del acuerdo final debe ir por el trámite normal en el Congreso.

En realidad, gana el Sí y la siguiente gran batalla será en torno a este asalto constitucional, dependiendo demasiado la fisonomía de nuestra democracia de la Corte Constitucional. Sumarle a nuestra Carta Magna esas 297 páginas es difícil de comprender viniendo con la firma  de De la Calle.

2) Sobre el asunto de la justicia transicional, hay que quitarle lo inaceptable a la Jurisdicción Especial de Paz, volverla razonable, además de ofrecer a las Farc que la mitad de sus comandantes pague cárcel y pierda elegibilidad, como los paramilitares, y la otra mitad disfrute de lo que está pactado.

La refrendación consiste en estar supeditado a la aprobación de una instancia superior, el pueblo. El gobierno no les ha podido asegurar a las Farc que tenía la opinión del pueblo. Luego un No hace parte de lo posible en el proceso. 

¿Qué tipo de actor político legal y democrático aspiraría a ser las Farc sin armas si dicen no aceptamos la desaprobación del pueblo, que es un llamado a mejorar los términos del acuerdo final, y preferimos devolvernos a la lucha violenta? Hay que dejar que ellos procesen también el problema y no ser tan culiprontos de servirles todo en bandeja de plata. @DanielMeraV

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