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Myriam

Jaime Arocha
26 de septiembre de 2016 - 08:25 p. m.

Escribo 12 horas antes de la firma del Acuerdo que le pondrá fin al enfrentamiento armado entre las Farc-EP y el Estado colombiano. Entre otros medios, Caracol Televisión cubría los preparativos del evento más significativo en la historia contemporánea de Colombia. Los periodistas le dieron voz a las víctimas, pero con un obsesivo realce del sufrimiento. ¿Terminaban por revictimizar a quienes pretendían reivindicar?

Al desear una narrativa alterna, pensé en la que Myriam Jimeno elaboró con sus exalumnos Ángela Castillo y Daniel Varela sobre los indígenas Nasa desplazados del alto Naya en abril de 2001, luego de la masacre que cometió el Bloque Calima comandado por Éver Veloza, alias HH. La obra Después de la masacre: emociones y política en el Cauca Indio resalta la creatividad mediante la cual ese pueblo reconstruyó territorio y vida en la zona plana del norte del Cauca. Junto con la película Kitek Kiwe, nuestra memoria, el libro sirvió de fundamento para la sentencia que emitió en Bogotá el Tribunal de Justicia y Paz para la reparación de esos desterrados. Antes de eso, en abril de 2008, los tres autores contribuyeron a que por primera vez una comunidad que se llama a sí misma de sobrevivientes dramatizara la tragedia vivida, y diera origen al ritual que realiza desde hace ocho años para su sanación psicosocial. Estos efectos positivos también tienen que ver con la apropiación de la trayectoria del movimiento indígena caucano. Jimeno la conocía bien por la historia de vida que había escrito sobre uno de los fundadores del Consejo Regional Indígena del Cauca, el yanacona Juan Gregorio Palechor.

Como el resto de su obra, Después de la masacre refleja la tenacidad y el optimismo que han caracterizado al tránsito académico de Myriam. Cuando era directora del Instituto Colombiano de Antropología, ejerció la Secretaría Técnica de la Comisión Especial de Comunidades Negras, la cual convirtió al Artículo 55 Transitorio de la Constitución de 1991 en la Ley 70 de 1993, la cual legitimó los derechos territoriales, políticos y culturales de las comunidades negras del país. Al mismo tiempo hizo equipo con Luz María Valderrama y María Lucía Sotomayor, quien infortunadamente acaba de fallecer, y publicó Chocó, diversidad y medio ambiente, el cual, en un momento crítico, contribuyó a llenar vacíos en el conocimiento experto sobre los afrochocoanos.

La firma del acuerdo que le dará vida a la reinvención del país coincide con el retiro de Myriam de las aulas de la Nacional. En el Centro de Estudios Sociales estrena una oficina frente a la mía. Las separaba un rincón con muebles viejos. Gracias a su cantaleta, hoy a esa esquina la adornan la fotografía de una flor hermosa, una mesa con florero y libros de su biblioteca. Compartiremos la mesa larga y los asientos que hay en mi oficina. Los viernes de 11 a una sesionará el grupo que ella orienta, Conflicto social y violencia; de cinco a siete de la noche el de Estudios Afrocolombianos. Ojalá terminemos uniendo esfuerzos para hacerle seguimiento al capítulo étnico que un poco tarde, el 24 de agosto de 2016, por fin fue incluido en el Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera en Colombia.

* Miembro fundador, Grupo de Estudios Afrocolombianos, Universidad Nacional.

 

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