¿Quién mató a Mamatoco?

Héctor Abad Faciolince
18 de diciembre de 2016 - 02:00 a. m.

Hay en Colombia una extraña lógica dictada por el odio y no por los silogismos.

Esa lógica, cegada por el rencor, se nutre también del chisme, las mentiras y las conclusiones delirantes. Con el caso del horrible asesinato de la niña Yuliana Samboní, en las redes sociales se ha estado aplicando la siguiente argumentación salvaje: Rafael Uribe Noguera (el sindicado del crimen) tiene un hermano, Francisco, que trabajaba en Brigard & Urrutia; uno de los Urrutia de esta firma fue embajador de Colombia en Estados Unidos durante el gobierno Santos. Dadas estas premisas, la conclusión “natural” es que el gobierno está implicado en la violación y el asesinato de Yuliana. Brillante.

Como esta inferencia saca de quicio, también en las redes sociales, a los defensores del gobierno, la argumentación deductiva con la que contestan algunos santistas no está menos cargada de odio y de locura que el silogismo anterior. Y es esta: el primer apellido del asesino de la niña es Uribe, como el del ex presidente; el segundo es Noguera, como el del exdirector del Das. Por lo tanto es lógico que los señores de apellidos Uribe y Noguera tienen algo que ver con el crimen. Ante este nivel argumentativo ¿qué puede hacer uno fuera de jalarse el pelo o morderse los codos?

Lo malo es que si uno examina otros crímenes famosos de la historia de Colombia, nota que también estos se teñían en el pasado de una lógica similar, enloquecida por ese odio político ancestral que nos caracteriza. La historia del boxeador Francisco Pérez (alias Mamatoco) podría ser un buen ejemplo. Laureano (alias el Ovejo) Gómez, un político graduado en odios, alimentó con murmuraciones dos causas que explicaran el asesinato de Mamatoco. Con el primero implicaba al ala santista del partido liberal: Mamatoco habría sido amante de Lorencita Villegas de Santos, la mujer del expresidente, lo que habría hecho que don Eduardo contratara sicarios para vengarse. La segunda conseja iba contra el ala lopista de los liberales y aseguraba que Pedro López Michelsen, el hijo del presidente en ejercicio en 1943, fecha del crimen, había sido sorprendido por Mamatoco mientras hacía el amor en un carro con una prestante señora, casada con un notable de la capital. Para que el adulterio no se supiera, el hijo del presidente López Pumarejo habría ordenado a unos policías apuñalar a Mamatoco.

Como todos los días el periódico laureanista titulaba igual, “¿Quién mató a Mamatoco?”, y los liberales se cansaron de los rumores sobre doña Lorencita Villegas y don Pedro López, entonces las redes sociales liberales de la época se dedicaron a difundir un chisme del mismo calibre: Mamatoco era amante, no de doña Lorencita, sino del conservador falangista Fernando Londoño y Londoño, quien tenía fama de ser, como se decía entonces, invertido. Y el crimen se explicaba por el miedo del azuceno manizalita a que Mamatoco revelara las relaciones particulares que tenía con él. La Colombia de entonces, sin Twitter, no era muy distinta a la de ahora. Una pocilga de chismes.

Y de impunidad. Los asesinos confesos de Mamatoco, unos policías, se fugaron de la cárcel durante los disturbios del 9 de abril del 48, y ya no se volvió a saber de ellos ni se los pudo terminar de juzgar. En cuanto al Ovejo Laureano Gómez, este pudo llegar al poder alimentando el fantasma de que Eduardo Santos y López Pumarejo estaban llevando a Colombia al comunismo. ¿Les suena?

El hombre padecía de odios incontenibles. Odiaba, por ejemplo, que le dijeran Ovejo y odiaba al hombre que lo bautizó así: Marco Fidel Suárez. Los políticos de Colombia nunca han soportado que se les acuse de una incorrección de lenguaje. Y en un debate en el Congreso, Laureano dijo que no votarían algo “como ovejos”. El gramático Suárez lo corrigió: “No existen ovejos; el macho de la oveja se llama carnero”. En la lógica del odio colombiano, años después, Laureano acusó a Suárez de desfalco, no por deshonesto, sino por esta corrección.

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar