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Uribe habla de “ilegitimidad” y Gina, de “legalidad”

Cecilia Orozco Tascón
20 de julio de 2016 - 02:23 a. m.

El doble expresidente de la República Álvaro Uribe no tiene un minuto de reposo. Significa que no se da tiempo para reflexionar.

La verdad, nadie se imagina a Uribe encerrado en una biblioteca leyendo a los grandes pensadores y meditando sobre la democracia que heredó el mundo de los filósofos griegos. Él, simplemente, espera en el coso bufando y embiste apenas le ondean la muleta. Sin que se conozca aún el texto de la decisión de la Corte Constitucional en cuanto al plebiscito sobre el proceso de paz, y solo porque se anunció que fue declarado exequible, el hoy senador sentenció que preguntarle al país si refrenda o niega el acuerdo de La Habana, es “ilegítimo”. Ya hubiéramos querido los ciudadanos haber tenido la oportunidad, en 2005, de opinar, mediante el voto, si estábamos satisfechos o no con la alteración profunda de la Carta Política cuando la misma Corte, pero con otros magistrados, le dio el aval a la reelección presidencial que beneficiaba a un único colombiano, es decir, a Álvaro Uribe, y no a todos, como ocurre con la paz nacional.Por eso, en esta discusión el “ilegítimo” contradictor del plebiscito resulta ser, precisamente, quien sacó ventaja personal de la Constitución para su primera reelección, el mismo que intentó violarla por segunda vez para continuar un tercer periodo en la Casa de Nariño que, por fortuna, se truncó.

Pero no quiero caer en el mismo error del uribismo aunque sea la noticia más relevante del día: comentar una sentencia desconocida. De tal modo que paro aquí y dedico esta parte del espacio a un tema no menos importante porque, como el de La Habana, también es de vida o muerte; un tema que ha sido minimizado o, peor, mimetizado en un mero asunto de trámite por el Ministerio de Educación y por la jefa de esa cartera, Gina Parody, que ha estado a la defensiva y ha preferido meter la cabeza en el hoyo para no ver lo que sucede a su alrededor. Me refiero a las cirugías plásticas… o estéticas, como han dado en llamarlas los médicos-negociantes que no son especialistas pero pretenden serlo para aprovechar el dinero de sus clientes, que no pacientes. Desde el mes de mayo, cuando le avisamos a la ministra (desde el noticiero en que trabajo) que publicaríamos unas denuncias —y ya va terminando julio—, la doctora Parody ha dado declaraciones elusivas aunque siempre en defensa de “la legalidad” de los títulos otorgados por universidades extranjeras a unos supuestos cirujanos plásticos. Tales títulos —en realidad, certificados de unos cursitos— fueron convalidados por una oficina del Ministerio cuyas actuaciones merecen investigarse.

El asunto de las deformidades y muertes de mujeres jóvenes y adultas ha sido recurrente en la prensa sin que se le ponga suficiente atención, salvo ahora que está en la mira permanente desde cuando le dimos voz a Lorena Beltrán, una valiente chica que no ha permitido que la amedrenten ni el médico que destruyó sus senos, ni los bufetes de poderosos abogados que él contrató, ni el propio Ministerio que ha intentado poner a la víctima a su lado, en la mesa principal, para exhibirla cuando llegan las cámaras y los micrófonos. A la ministra la tienen engañada sus asesores o ella teme enfrentar el caso por una razón que desconocemos. Lo cierto es que ella, en más de una oportunidad, e incluso molesta ante los cuestionamientos de dos reporteros, ha reiterado la “legalidad” de las convalidaciones y hasta envió una comisión de sus subalternos a Brasil. Estos volvieron con el cuentazo de que todo estaba en regla pero, probablemente, no le informaron que nunca se entrevistaron con las autoridades de salud de ese país sino que solo obtuvieron la versión acomodaticia de los negociantes de allá, los que venden los cursos; citó a los periodistas el miércoles 13, hace ocho días, volvió a defender los títulos de cirugía “estética” convalidados por sus funcionarios y 48 horas después (15 de julio) anunció, en su cuenta de Twitter, que el Ministerio formuló denuncia penal por presunto fraude de los médicos defendidos por ella ¡Qué raro! La denuncia firmada por su secretario general fue puesta el 11 de julio, ¡¡¡dos días antes de su declaración a favor de los títulos!!! La trayectoria de la doctora Gina y su reputación bien ganada en otras ocasiones, merecen una explicación contundente.

 

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