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Primero Juan Manuel Santos contó que un alto funcionario nuestro estaba intentando interferir en la campaña estadounidense en favor de Trump, pero no identificó a nadie. Más tarde, soltó otro poquito pues habló de su primo Pacho y reveló que el intermediario en Estados Unidos era un contratista del Pentágono, pero también se guardó su nombre. Ahora nuestro inefable embajador Pachito Santos, para defenderse, acude a dos estrategias: confirió poder a un abogado penalista para que denuncie a su primo por injuria y calumnia, e identificó a un contratista del Pentágono, a quien ya le hemos oído sus cifradas declaraciones que dejaron el mensaje de “hagámonos pasito”. Y el subpresidente Duque torpemente caricaturiza esta falta tan grave de su gobierno como una simple “pelea de primos”.
Claro que es un disparate mayúsculo que Pacho denuncie a su consanguíneo por calumnia, no solo porque es evidente que no hay delito alguno, sino porque antes no hizo lo mismo con quienes lo han sindicado de sus relaciones con Mancuso y la creación del Bloque Capital, lo que es mucho más grave que sus intrigas electoreras. Tanta furia litigiosa para encarcelar a su pariente y tanta mesura para no hacerlo con quienes le han hecho disparos más comprometedores. Pero, sobre todo, no tiene sentido, y es casi un acto irresponsable, que cualquier discrepancia o comentario político adverso termine en los estrados judiciales, sin que haya motivo para ello.
A Pachito se le fueron las luces tratando de defenderse cuando apareció en el ruedo el tal contratista del Pentágono. Según el embajador, este contratista no podía ser su intermediario para favorecer la campaña republicana porque es demócrata. Curioso que, para ser solo un contratista, Pacho ya conozca hasta su filiación política, lo que tampoco es convincente. Cuando alguien ejecuta contratos en el Pentágono durante tantos gobiernos de diferentes colores partidistas, siempre será primero contratista que militante político. Hay que darle prelación a la cuchara, como diría un clásico “Matador”, no propiamente el apreciado y genial caricaturista, que ya se ha hecho célebre en este gobierno y muy pronto se sabrá por qué.
Que Pacho haya decidido transitar el camino del odio para refutar a su primo hermano es la peligrosa marca del uribismo y el sello personal impuesto por su líder, Álvaro Uribe Vélez, como todo lo que él hace y dice. En efecto, la visceral organización política del Centro Democrático ha acuñado la peligrosa tesis de que todo aquel que los critique es un delincuente y debe estar purgando cárcel.
Es la táctica a la que no es ajena un portal al servicio del más recalcitrante uribismo dirigido por Ernesto Yamhure —el mismo que se daba el lujo de llamar al celular del fiscal Martínez mientras concedía declaraciones—, donde curiosamente cada vez que se cuestiona a Carlos Holmes Trujillo, allá saben atender a ese atrevido crítico con injurias y calumnias. Inicialmente pensé que los ataques en ese portal de la infamia —de los que soy víctima personal y familiarmente— eran solo una coincidencia con varias críticas hechas al siempre tambaleante ministro de Defensa, pero viendo la voltereta imposible que este ha dado, francamente es difícil creer que esos virulentos y mentirosos artículos de Yamhure, su cercanísimo amigo y contertulio, contra todo aquel que lo critique son fruto del simple azar. Es una política de Estado fascista.
Hay una estrategia de aniquilamiento y marchitamiento moral en curso, liderada por Álvaro Uribe, ejecutada por Duque y su gobierno mafioso, criminal y perseguidor. Apenas está comenzando. Por eso Pachito Santos no dudó en criminalizar las denuncias en su contra, porque si a este cuatrienio hubiera que bautizarlo como en los tiempos del Cofrade, habría que llamarlo el de los abogados penalistas, claro, pero de los que gozan del abrazo y aprobación del presidente eterno y de la Casa de Nari, así uno que otro esté preso, porque no parecen haber entendido que esas aventuras judiciales para ayudar a Uribe dan cárcel.
Adenda No. 1. En el gobierno de Uribe extraditaron a Mancuso y a Jorge 40 cuando iban a declarar; ahora Duque se opone a que comparezcan ante la JEP: ¿a qué le temen? En cambio sí piden que las Farc en pleno vayan a la JEP.
Adenda No. 2. Duque premia al peor enemigo de la paz con la embajada en España. Le pesará, como a todos los presidentes que lo han nombrado.
