Publicidad

Pago por ver

Iván Mejía Álvarez
20 de enero de 2014 - 11:00 p. m.

Millonarios ha apostado por un modelo totalmente diferente al que se conoce en el país.

Millos optó por una osada apuesta y como tal debe entenderse la llegada de un mánager español, cuerpo técnico de la misma nacionalidad y cambio de procedimientos en todos los estamentos deportivos del club.

La idea, según los directivos consultados, la tenían desde la estrepitosa goleada que les propinó el Real Madrid en el Bernabéu y era compartida por los accionistas mayoritarios del club, incluidos los que hoy están de pelea, Serpa y Ortiz. El momento histórico para poner a prueba el modelo varió por los resultados de Felipe Gaitán y Hernán Torres hace ya más de un año. Llegar a la estrella 14 aplazó el deseo dirigencial de volcar la institución hacia el modelo “españolizado”. Tras los fracasos de la temporada 2013, eliminación prematura en Copa Libertadores, mala campaña y poco fútbol en las dos finales, el grupo de Ortiz, quien maneja hoy por hoy el club azul, decidió que era el momento de traer a Portolés, un semiignoto gerente deportivo que les vendió las idea de cambiar de raíz todo hacía ya más de un año.

Portolés a su vez trajo a Juan Manuel Lillo como técnico. De Lillo se tienen referencias históricas como que es un buen amigo de Guardiola, que maneja totalmente el “método Barcelona”: posesión más posición; que es un tipo simpático y dicharachero que habla chévere de fútbol. Algunos dicen que es un buen técnico con pocos resultados y otros afirman que es simplemente un “carretudo”.

A Lillo le han quedado mal quienes lo contrataron, porque para poder montar una escuadra de peso el elenco azul necesitaba reforzarse mínimo con cinco jugadores de categoría y hasta ahora eso no ha ocurrido. El departamento de compras ha sido paupérrimo y la gestión brilla por su ausencia. Con menos de lo que tenía Torres, ahora Lillo tiene que dar frutos deportivos.

No sería justo descalificar a Portolés y a su grupo de trabajo y lo más lógico es esperar los resultados. Pero, el “proceso” no pinta muy bien y hasta ahora cosecha más dudas que certezas.

Es una apuesta para algunos suicida, un salto al vacío, dicen, con pocas posibilidades de éxito, mientras que otros aplauden el cambio de modelo. El experimento puede resultar gravísimo y la confianza que genera dividendos en taquillas y ventas, como lo fue durante la etapa Torres-Gaitán con 45 mil millones de ingresos, puede venirse al piso.

Como se dice en el póquer, pago por ver qué sale de la apuesta azul…

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar