Sombrero de mago

País del miedo

Reinaldo Spitaletta
05 de abril de 2021 - 10:00 p. m.

El miedo ha sido una emoción recurrida por el poder para continuar mandando. Con la propaganda y otros aspavientos, se anuncia por ejemplo que hay que tener cuidado con el comunista, con el rojo, con el que discrepa, con el ateo, con el vago, con el peludo y el barbado. Se estigmatiza. Ha sucedido en diversos procesos de aquí y allá, digamos en el lavado de cerebro que Woodrow Wilson hizo al pueblo estadounidense con el miedo a los alemanes para forzar la declaratoria de guerra. O en las invenciones uribistas sobre una mazamorra vinagre denominada “castrochavismo”.

¡Cuidado con los que piensan! ¡Alerta con el lector! ¡Ojo, ese es poeta! Y se alimentan miedos peores, difundidos por las cúpulas poderosas, para que los sometidos sigan obedeciendo. Modos fabulescos de dominar el rebaño: “¡viene el lobo!”. Es más: si los pisoteados aman su condición bajera, pues mejor. ¡Alerta con ese o esa que gustan de la repulsa y la movilización! Y el uso dirigido del miedo impone su ley.

Y a los miedos ideológicos, religiosos, de táctica política, se incorporan otros, que los concretan los mocha-cabezas, los que saben hacer el corte de franela, los chulavitas, la chusma, los “pájaros”, los que son capaces de abrir el vientre de la embarazada y extraer el feto para que ni la una ni el otro de pronto vayan a engrosar la oposición. Y como se requiere expropiar las mejores tierras, hay que masacrar, decir que es un movimiento para limpiar el territorio de cuatreros, o de insurrectos, o de los que podrían apoyar al sedicioso en cualquier momento.

Y así como la Inquisición impuso sus miedos a las brujas (mujeres sabias), a los experimentadores, a quienes se sacudieron de las supersticiones, a la ciencia, además de las llamas “purificadoras” para expurgar pecados y encaminar a los transgresores al paraíso (pasando, claro, primero por el purgatorio), hubo otros poderes —menos celestiales— que aprovecharon el matrimonio religión y política. Cabalgaron sobre la ignorancia de las muchedumbres y consolidaron su dominio.

Colombia ha sido tierra propicia para la expansión del miedo como un mecanismo controlador. Y así como en algún momento era propicio esparcir por montes y cañadas la aparición del jinete sin cabeza y otros endriagos, sobre todo para poder aumentar propiedades y correr alambradas y mojones, también lo sigue siendo el miedo ya no tan metafísico, sino muy material. El que usa las motosierras, el degollamiento, el jugar fútbol con las cabezas de las víctimas y un vasto repertorio de inagotables atrocidades.

Miedos históricos, como el promocionado por monseñores contra los liberales, a los cuales no solo se les aherrojaba con las cadenas del señalamiento, sino que era permitido, sin que fuera pecado, “darles en la cabeza”. Miedos históricos como los establecidos en la Colonia, por ejemplo, contra los comuneros y su líder Josef Antonio Galán, cuyo cuerpo troceado se distribuyó para el escarmiento colectivo en distintas coordenadas. Miedos como los promovidos por las mafias y sus “toques de queda” o los muy comunes en las décadas de los ochenta y noventa del siglo pasado en los campos colombianos, con el desplazamiento forzoso.

Hay que matar, desaparecer, arrojar de helicópteros, convertir a campechanos en NN; hay que hacer pasar por guerrilleros a muchachos desempleados, inducidos, engañados. Los espantosos y repudiables “falsos positivos”, crímenes de Estado para hacer ver como muy provechosas y efectivas ciertas políticas oficiales. Y como telón de fondo del horror, las distintas estructuras del miedo se vuelven método disuasivo. No proteste, no alce la voz. Acepte y resígnese. Le va mejor si calla, parece ser la esencia de lo que el poder pretende con su propaganda (control mental) y con acosos físicos y otras brutalidades.

Hay otros miedos, aprovechables desde la perspectiva del poder. Y son los de la pandemia. Más que un interés por la salud pública, por la preservación de la gente, en un país como Colombia, que precisamente no ha privilegiado ni la educación, ni la cultura, ni el bienestar colectivo, son muy visibles los despropósitos oficiales y hasta la burla que se hace de los desprotegidos. Se les amenaza con más impuestos, sin mediar la mejora de las condiciones de vida. Al contrario, cada vez son más los factores de empobrecimiento masivo.

La propalación de los miedos (sí, propiciar el miedo al contestatario, al que no traga entero, al que enarbola las banderas de la libertad y la dignidad) es un antiguo engranaje que el poder engrasa y que trasciende el panóptico. No solo vigila y castiga. También puede borrar al contrincante. El ejercicio del poder en Colombia, que se ha lumpenizado, se parece más a una bárbara “casa de pique” que a una expresión de la democracia.

Se sabe que ha habido esclavos que aman sus grillos y cadenas. El poder busca con todas sus tropelías y patrañas que el doblegado llegue a degustar con fruición el miedo a la libertad.

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Fernando(70558)6 Abr 2021 - 7:14 p. m.
El 5 de diciembre de 1.928 el presidente Miguel Abadía Méndez dio la orden de masacrar a los obreros de la bananeras. El levantamiento popular "SIN MIEDO" marcó el final de la hegemonía conservadora. En conclusión: no hemos perdido miedo, hemos ganado más miedo. La masacres del reinado Uribista suman mas muertos que los q hubo en 1.928 y la barbarie continúa.
Francisco(30227)6 Abr 2021 - 5:42 p. m.
La CORRUPCIÓN de los "demócratas" hizo elegir en Venezuela a Chavez y en locombia no dejó elegir a...... No hay a quién nombrar.
Jose(46118)6 Abr 2021 - 5:21 p. m.
Al parecer este columnista maquiavélico si nació en el mes de los temblores." Piedad Córdoba "Para un San Isidro regalaron 10 de cabezas de ganado a la parroquia . y al día siguiente se habían robado una Ternera el cura dijo ya se quien son los ladrones los Conservadores . Porque si hubieran sido los liberales se las abrían llevado todas.
  • Francisco(30227)6 Abr 2021 - 5:38 p. m.
    Que estulticia tan berraca. La sacaste del estadio josé. Puaf
jairo(18714)6 Abr 2021 - 4:20 p. m.
hasta cuando tenemos que estar condenados al miedo ? no habra una alma caritativa que nos lo haga quitar de raiz ? aunque se sacrifique le aseguro que seria un heroe nacional por toda la vida futura y se escribiran libros y libros sobre su valentia de librarnos de ese "MAL" .
Periscopio(2346)6 Abr 2021 - 3:14 p. m.
Los muertos ignoran que están muertos, pero lo difícil es para sus familiares, que se resisten a aceptar la realidad. Igual sucede con los uribestias que se niegan a aceptar la muerte política de su caudillo, pues ya el pueblo colombiano le sacó tarjeta roja, al igual que a su eventual designado a la presidencia. !Vade retro, narcoparaco!
  • Rodrigo(2908)6 Abr 2021 - 5:02 p. m.
    No es que ignoren que estan muertos: es que están tan infinitamente felices que para que carajos volver atrás...
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