Para escuchar desde lejos y aprender cosas

Laura Rojas Aponte
11 de septiembre de 2018 - 05:00 a. m.

“Colombia tiene quince millones de habitantes, de estos casi nueve millones son campesinos. Y de estos campesinos —solamente entre la población adulta— hay más de tres millones y medio de analfabetas totales”, dice un locutor cachaco en un video de 1962. A continuación la voz presenta a las “Escuelas radiofónicas” un proyecto de educación que acabará con ese analfabetismo del país.

La idea es educar a campesinos desde la distancia. Como ellos no podían ir hasta la escuela, entonces la escuela iría a ellos a manera de programas de radio. Estos estaban a cargo de un locutor-profesor y tenían como complemento cartillas de papel, pósters, asistentes voluntarios y otros materiales. Según el locutor: “La efectividad de la enseñanza por radio ha quedado plenamente demostrada por las investigaciones adelantadas por la Unesco y el alto porcentaje de los alfabetizados anualmente”.

Quizá han escuchado del proyecto, más que todo se conoce como “Radio Sutatenza”, por la emisora que transmitía las clases. Entiendo que ocho millones de colombianos aprendieron a leer y a escribir en las décadas que duró el programa.

La escuela por radio tenía ventajas innegables. La halagaban diciendo que era poco costosa e inmediata. Que la información podía ser actualizada rápidamente —no es como corregir un libro de texto— porque cada nueva emisión daba una oportunidad. En especial, tenía una capacidad amplia para llegarles a muchas personas. La radio ofreció al inicio del siglo XX la opción de enseñar masivamente.

¿No les resulta curioso? Presiento que con esas mismas palabras podría describirse un proyecto de educación más contemporáneo. Una idea de nuestro tiempo. Una idea obvia. La idea de enseñar en cursos por internet.

El problema de educar a personas que no pueden asistir a un salón de clases es antiguo. Por eso, a lo largo de los años se han usado distintas estrategias para enseñar cursos desde la distancia. En el siglo XVIII y XIX fue la correspondencia. En el siglo XX —al menos en América Latina— fue la radio (quizá podría mencionar a la televisión educativa). En el siglo XXI son los cursos en línea.

Y, al parecer, con esta tecnología las cosas se ven brillantes. Nos hemos inventado metodologías pedagógicas para este medio que no se sienten como un premio de consolación: “Le tocó estudiar a distancia”, sino como una oportunidad. ¿Intentamos?

Ya vimos que en nuestro país sí podemos hacer programas de educación que suenan locos, pero funcionan. Se hizo hace unas décadas por la radio y hoy tenemos todo para hacerlo por internet. ↓↓↓

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