Parques nacionales y producción sostenible

Juan Pablo Ruiz Soto
29 de agosto de 2018 - 05:00 a. m.

El más sobresaliente de los indicadores ambientales del período Santos es la expansión de los parques nacionales naturales (PNN) y de otras figuras de conservación. Colombia ha avanzado de manera sobresaliente, superando metas nacionales e internacionales. Para el período 2014-2018 la meta fue superada en un 220%. Si bien, en términos de PNN, aún quedan importantes áreas donde se amerita la creación de un PNN, la sola declaración del área protegida es un paso importante que contribuye a la conservación.

El gran reto, para este y futuros gobiernos, es el adecuado manejo de los PNN para que estos territorios se articulen al propósito del desarrollo sostenible, para el cual es fundamental la conservación de ecosistemas. El punto está en cómo proponer, reglamentar y gestionar la interacción entre la gente y los PNN, partiendo de dos hechos ciertos: el interés creciente de la población colombiana por visitar los PNN y el hecho de que cerca del 5% del área está habitada por campesinos que viven y cultivan en el interior de los PNN.

Las visitas a los PNN con interés de investigación, educación, observación y recreación requieren elegir alternativas, entre muchas probadas exitosamente alrededor del mundo. Está probado que es posible la conservación de ecosistemas y paisajes naturales combinada con actividades intensas de visitas y ecoturismo. Lo clave es combinar educación y buen comportamiento del visitante con un buen diseño y manejo de la infraestructura para las actividades de los visitantes, incluyendo lugares de alojamiento, manejo de basuras, caminos y delimitación de áreas a donde debe estar prohibido el ingreso.

El punto crítico, cuyo manejo se ha dificultado por la legislación y su interpretación, es el de los habitantes permanentes de los PNN. Los campesinos que allí habitan deben adelantar actividades productivas y de aprovechamiento directo de los servicios ecosistémicos que ofrece su entorno. En muchos países, esto se maneja mediante una clara reglamentación que regula y limita las actividades productivas y de extracción de recursos, haciéndolas armónicas con las de conservación y gestión de los ecosistemas.

Acabo de visitar el PNN más antiguo de Italia, el Gran Paradiso, antiguo coto de caza que, según National Geographic, hoy preserva el lado más silvestre de Italia e incluye importante diversidad de fauna y flora, recuperando poblaciones de especies en peligro de extinción. Sus 59 glaciares han ido retrocediendo desde la última glaciación y ahora, debido al calentamiento global, se están derritiendo con rapidez. En el PNN viven 8.400 personas que conviven con cerca de 50 especies de mamíferos y con más de 1,8 millones de turistas que lo visitan anualmente. Hoy es un reducto de alta montaña para la conservación, la investigación científica, la preservación cultural y la recreación. En la zona protegida conviven ecosistemas naturales, procesos de restauración, investigadores científicos, cabras, productores de queso, lobos y gente dedicada al ecoturismo, demostrando que es posible un equilibrio entre conservación de ecosistemas, habitantes permanentes, producción sostenible y visitantes en un PNN. Un ejemplo del que tenemos mucho que aprender y una meta que debemos seguir. Es más razonable trabajar con el campesino, habitante del PNN, en reconversión productiva, restauración y conservación, que pretender sacarlo del PNN.

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