Pasar la página de Ser Pilo Paga y avanzar en inclusión con calidad en la educación superior

Leonardo Fabio Martínez Pérez
28 de septiembre de 2018 - 12:19 p. m.

Las declaraciones de la ministra de Educación, María Victoria Angulo, sobre la construcción de un nuevo programa de gobierno que reemplazaría a Ser Pilo Paga (SPP), fueron recibidas de manera positiva por los rectores de las universidades públicas reunidos en el Sistema Universitario Estatal – SUE. Tales manifestaciones de la alta funcionaria aludieron a la inviabilidad del programa por su desfinanciamiento, estimado en 2 billones de pesos, para cumplir con la formación de los 40.000 jóvenes participantes del programa.  

El anuncio desencadenó una nueva ola de discusiones sobre el citado programa; en varios diarios, entrevistas y escritos se esgrimieron fundamentadas razones de los rectores de las universidades públicas sobre su inconveniencia e imposibilidad de continuar. Por su parte, el argumento principal de los defensores del programa creado por el presidente Santos, propuesto y diseñado por la Universidad de Los Andes, destaca que posibilitó a jóvenes de estrato 1 y 2 ingresar a instituciones acreditadas de alta calidad, planteamiento que desconoce de plano que en el país ya existen mucho más de 40.000 jóvenes (que es la cifra atendida por SPP) estudiando en universidades públicas de alta calidad, pues de las 32 existentes, 16 se encuentran acreditadas. Se puede evidenciar este dato de mejor forma observando la manera en que las universidades públicas han atendido el compromiso de ampliar cobertura y con ello favorecer el ingreso de más jóvenes a la educación superior. Considerando la población entre los 17 y los 21 años de edad, la cobertura total alcanzada por el sistema superior hasta el año 2017 es de 52,8%, con incremento entre 2010 y 2017 del 15,7%. De esta cifra, 50,8% es atendida por la matrícula oficial, es decir a través de las 81 Instituciones de Educación Superior Pública, mientras el restante 49.2% por las 207 instituciones de educación privadas. Demostración de la alta eficiencia académica y administrativa de las universidades públicas.

Focalizar un programa de gobierno en un grupo determinado de personas resulta excluyente y contribuye muy poco en aumentar las posibilidades de acceso a la educación superior. Tal planteamiento puede sustentarse en el propio impacto de Ser Pilo Paga sobre el aumento de la cobertura de la educación superior, que a todas luces resulta muy reducido si lo comparamos con los logros de la universidad pública en esta materia. Además, la exclusión se hace evidente en términos financieros, pues con los mismos recursos se atendería a gran cantidad de jóvenes.

La formación universitaria no puede privilegiar el acceso a un grupo selecto de jóvenes. El desafío está en aportar valor agregado a una gran masa de egresados bachilleres que por efectos de las deficiencias formativas en algunos aspectos técnicos, no presentan resultados ideales en las pruebas de estado, de manera que al finalizar sus carreras evidencien los efectos concretos de la formación universitaria. Este punto podemos ilustrarlo de mejor forma con los resultados exitosos de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), institución que recibe jóvenes con resultados bajos en las pruebas saber 11 y que desde el punto de vista del programa SPP no tendrían oportunidad alguna para acceder a la formación universitaria. En términos de las pruebas Saber Pro, hecho el análisis de comportamiento de los resultados obtenidos por los estudiantes de la UPN entre 2014 y 2017, es claro que la Universidad se ubica por encima del promedio nacional y de Bogotá en todos los criterios evaluados, a saber: escritura, inglés, lectura crítica, razonamiento cuantitativo y competencias ciudadanas.

Los resultados de la Pedagógica, así como otros casos de las universidades públicas del país, dejan en claro que estas instituciones pueden agregar más valor a sus estudiantes, de tal manera que más allá de incentivar exclusivamente a los que obtuvieron buenos resultados en las pruebas saber once, se pueda favorecer el avance de todos y todas sin exclusión.

Por ello insistimos en la total inconveniencia pública de soportar un programa en criterios excluyentes, así aparenten ser bondadosos como en el caso de los méritos, tanto desde el punto de vista de la inclusión como de la equidad. Por lo demás se puede señalar que más allá de financiar la demanda a través de becas, se trataría en primer lugar de resolver el tema de la financiación de las universidades públicas para garantizar la atención de la cobertura por parte de estas entidades. Ahora bien, de insistir en un programa basado en el ofrecimiento de becas a los más sobresalientes egresados de la educación media, éstas deben orientarse a las universidades públicas que han demostrado con suficiencia que su costo operacional es inferior al de las universidades privadas, con niveles similares o superiores de calidad académica. Además, dichos recursos deben implicar refuerzos adicionales que hagan base presupuestal para el mejoramiento de la infraestructura física y tecnológica, así como de la formación docente para fortalecer la calidad.

*Rector, Universidad Pedagógica Nacional.

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