¿Podrá Duque reducir el consumo de drogas ilegales?

Óscar Sevillano
04 de octubre de 2018 - 05:00 a. m.

Con la entrada en vigencia del decreto que permite a la Policía Nacional decomisar cualquier cantidad de droga que una persona lleve en la calle se podría reducir el uso de estas sustancias en el espacio público de las ciudades principales del país, pero sería absurdo pretender reducir su consumo con esta medida. Partamos de un hecho: los colombianos somos hábiles en buscar la manera para hacerle el quite a la norma.

No sería extraño, entonces, que la venta de drogas ilegales a partir de la fecha ya no se haga en los parques, calles o camuflada en medio de las ventas ambulantes, sino a través de los servicios a domicilio que con toda seguridad aumentarán, mientras la Policía se dedica a requisar a personas, en su mayoría jóvenes de estratos 1,2 y 3 que, dependiendo de qué tan bien vestidos estén, puedan levantar sospechas, porque con los consumidores de estratos 4,5 y 6 que porten prendas de Arturo Calle, Dolce & Gabbana, etc., no se les va a ocurrir siquiera pensar que al interior de su ropa, bolsos o maletines de marca pueden llevar sustancias psicoactivas. En pocas palabras, esta especie de cacería de brujas se dará dependiendo de qué tan caras y bonitas sean las prendas de las personas que puedan llamar la atención.

Tampoco nos podremos extrañar si el mercado de sustancias psicoactivas en dosis mínimas se traslada en mayor cantidad a bares, discotecas, tabernas, cantinas y moteles. ¿Serán estos lugares objeto de control? Puedo estar seguro de que se harán, dependiendo del estrato y el lugar donde se ubiquen estos sitios de diversión nocturna. Dudo que se realicen operativos sobre los lugares de diversión nocturna del parque de la 93, Galerías o el barrio Modelia en Bogotá, como sí podrían ocurrir en los que hacen presencia en la avenida 1º de Mayo con Boyacá, Venecia o Restrepo.

Podrá Iván Duque reducir el consumo de drogas ilegales en lugares públicos, como parques o vías, pero no puede esperar que este se reduzca en forma general. Lo único que va a conseguir es que se traslade a otros sitios, en su mayoría a espacios de carácter cerrado.

Es por eso que este tipo de medidas deben ir acompañadas de unas políticas de prevención al consumo de drogas ilícitas, que no necesariamente se reduzcan a las inútiles charlas y conferencias, sino a procesos de rehabilitación a partir de la reconstrucción de un tejido social en el grupo familiar y de amigos, lo mismo que mitigación del daño causado, para lo cual se requiere de un equipo interdisciplinario donde participen las instituciones, la comunidad y la empresa privada, con planes a mediano largo y plazo.

Solo de esta manera es como se puede reducir el consumo. La sola prohibición sirve únicamente para los titulares de prensa que dan parte del número de incautaciones, cuando la Policía Nacional quiera mostrar resultados en esta materia, lo que no significa que el consumo de sustancias psicoactivas vaya en caída.

Si hoy Colombia debe enfrentar un desbordado consumo de drogas ilícitas es porque el narcotráfico encontró en el mercado interno una gran fortaleza económica valiéndose de la dosis mínima, permitida constitucionalmente, para hacerse a grandes cantidades de dinero, ante el cual las autoridades no han encontrado la manera efectiva para hacerle frente.

No está de más cualquier esfuerzo que en Colombia se haga para combatir el consumo de drogas ilícitas; sin embargo, las medidas que se tomen al respecto deben tener una combinación de “garrote y zanahoria”, de lo contrario seguiremos en el mismo círculo vicioso en el que hemos estado durante décadas enteras, sin que el problema decrezca.

 

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