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El populismo moderno se vale de la denuncia indignada de problemas como la corrupción y la pobreza, y se apoya en el resentimiento de algunos grupos para atacar el orden existente y proponer que se patee el tablero y se tire todo por el piso. Con estos mensajes y quejas contra el libre comercio, la cooperación internacional, la ciencia y los inmigrantes, Trump ganó la Presidencia. Y con estrategias semejantes se abrió paso el brexit y han ganado fuerza movimientos racistas, proteccionistas y nacionalistas en varios países del mundo.
Algo parecido pasó en Venezuela con consecuencias funestas. Como una reacción enfurecida contra la corrupción y el atraso de indicadores sociales clave, Hugo Chávez derribó el edificio institucional, liquidó la democracia y arruinó al Estado. El resultado ha sido una corrupción más frondosa y una pobreza mucho más grande que la que existía en el régimen que el caudillo prometió regenerar.
Steven Pinker, en su último y controvertido libro, nos muestra que, ante tantos mensajes pesimistas y fatalistas sobre la situación actual, lo primero que debemos hacer es mirar los datos y, cuando haya evidencia para ello, reconocer el progreso. De esta forma, armado de decenas de gráficos y cientos de estadísticas, señala que debemos aceptar que en muchos aspectos de la vida social y económica estamos mejor, mucho mejor que antes, a tal punto que en el mundo (y podríamos añadir que en Colombia) nunca antes se tuvo un nivel de vida más alto, un mayor ingreso per cápita, estándares más elevados de salud y superiores niveles de escolaridad e, incluso, un mayor avance en términos de protección de los niños, mayores oportunidades para las mujeres, y un mejor trato para las minorías sexuales y raciales. Todo esto, por supuesto, sin desconocer que subsisten graves deficiencias y, en algunos casos, intolerables dolencias sociales que deben ser atendidas con urgencia.
Pinker insiste en que, con la guía y el apoyo de la ciencia, se han venido resolviendo problemas que hasta hace unas décadas parecían insolubles: la sobrepoblación, el hambre, la enfermedad y, en buena medida, la guerra. Y plantea, asimismo, que asuntos como el cambio climático no deben tomarse como adelantos del inevitable Apocalipsis, sino como problemas que tienen solución.
Las reflexiones de Pinker nos ayudan a pensar en algunas discusiones domésticas. Así como Colombia mejoró sustancialmente sus cifras de analfabetismo, mortalidad infantil, desnutrición, baja cobertura de electricidad, que hace pocas décadas tenían niveles de miseria, es posible enfrentar ahora la corrupción generalizada, los defectos de la justicia y la salud, y la congestión y contaminación de las ciudades. Las soluciones, en muchos casos, ya están inventadas. Hay experiencias exitosas en otros países y también buenas propuestas locales que pueden llevarse a la práctica. Para avanzar no es necesario, como lo sugiere el populismo enardecido, buscar culpables, emprender venganzas y desatar revoluciones purificadoras. Es por el camino de las reformas, muchas veces difícil y lento, contra la resistencia de poderosos intereses, en el marco de las instituciones y las tradiciones democráticas, que estos problemas pueden resolverse.
Steven Pinker (2018). Enlightment Now, The Case for Reason, Science, Humanism and Progress. New York, Viking.
