Por favor… ¡prohíban las encuestas!

Jorge Gómez Pinilla
30 de octubre de 2019 - 05:00 a. m.
Si hubo dos grandes derrotados en la contienda electoral que acaba de pasar, fueron Álvaro Uribe Vélez y las encuestas. Uribe, porque el pueblo ha dejado de creer en él, y las encuestas, porque ya no se les puede creer. La única gobernación que Uribe ganó fue la de Casanare y podría perderla, pues parece evidente que allí se presentó un fraude electoral, según serias denuncias (Ver noticia).
Si hubo dos grandes derrotados en la contienda electoral que acaba de pasar, fueron Álvaro Uribe Vélez y las encuestas. Uribe, porque el pueblo ha dejado de creer en él, y las encuestas, porque ya no se les puede creer. La única gobernación que Uribe ganó fue la de Casanare y podría perderla, pues parece evidente que allí se presentó un fraude electoral, según serias denuncias (Ver noticia).

En Bogotá el candidato del Centro Democrático quedó de último, en Medellín ganó el jovencito independiente Daniel Quintero contra todos los pronósticos (excepto acertado vaticinio de “La Encuestota” de La Oreja Roja), en Cali el poderoso Roberto Chontico Ortiz no pudo con Jorge Iván Ospina y en Santander la homofóbica Ángela Hernández quedó de tercera. (Ver La Encuestota).

En todos estos lugares se equivocaron las encuestas, si es que se le puede llamar equivocación a que no midieron la intención de voto, sino más bien trataron de encauzarla. Según Daniel Coronell entrevistado por María Jimena Duzán, “esto no tiene nada que ver con la estadística, sino con el deseo de incidir en la decisión ciudadana”. (Ver entrevista).

Fue así como en Bogotá hubo una “ola de encuestas para producir una erosión en la candidatura de Claudia López”, sobresaliendo una de Guarumo en la que aparecían Carlos Fernando Galán y Miguel Uribe en un cabeza a cabeza delirante, pues este último quedó de ídem. Pero, eso sí, Uribe incorporó los resultados a su campaña para hacer creer que él estaba a punto de ser el alcalde de Bogotá.

En el caso de Medellín ninguna encuesta daba como ganador a Daniel Quintero; todas, al hijo del parapolítico Luis Alfredo Ramos, pero este perdió por una diferencia de casi 70.000 votos. Y si de descaches se ha de hablar, en Cali el de JPG Investigación de Mercados se lleva todas las palmas, pues daba como ganador a Roberto Ortiz sobre Jorge Iván Ospina con más del 43% de la votación, y al final este obtuvo sobre Ortiz una ventaja de casi 100.000 votos. ¡Se les fueron las luces en la distorsión!

Otro caso que también puede definirse como vergonzoso —porque excede todo límite de realidad— ocurrió en Bucaramanga, donde la firma antioqueña Invamer dos días antes de la elección dio a conocer los resultados de una “encuesta” que catapultó al primer lugar a alguien que en anteriores mediciones nunca había salido del quinto o sexto lugar (entre siete), un dentista y abogado casi desconocido, de nombre Ariel García. Este apareció de la noche a la mañana en la cima con cuatro puntos por encima de Juan Carlos Cárdenas, a quien ubicaron de segundo; a Claudia López, tercera; a Jaime Beltrán, cuarto y a Fredy Anaya, de quinto. (Ver resultados).

La verdad es que no acertaron una, pues el que en dicha encuesta fake aparecía de primero quedó de quinto; el segundo, de primero; la tercera, de cuarta; el cuarto, de segundo y el quinto, de tercero. Si nos ponemos de mal pensados, crecer súbitamente a un enano hasta el primer lugar pretendía favorecer a Juan Carlos Cárdenas, pues se trataba de motivar a la gente a que votara en masa por este para evitar que ganara aquel a quien sin ningún sustento lógico habían puesto de primero.

Una noticia reciente, con fecha agosto de 2019, informaba que un grupo de firmas encuestadoras presentará al Consejo Nacional Electoral (CNE) un proyecto mediante el cual pretenden autorregularse. (Ver noticia). Esto significa que son conscientes de que no están haciendo bien la tarea, pero la verdad monda y lironda es que nunca será confiable un tribunal electoral compuesto no por magistrados sino por políticos. Además, siempre resultará muy fácil hacer una encuesta tendenciosa: basta tener una muestra de población que se sabe cómo responde, y otra —u otras— que responden de diferente manera. Dependiendo del resultado que se quiera obtener, llaman a los unos o a los otros, sin que nadie pueda probar que se tenían clasificadas a las personas de acuerdo con su tendencia.

Por eso resulta más sano, en términos de democracia real, lo que en días también recientes propuso para su país el candidato nacionalista uruguayo Jorge Larrañaga: ¡prohibir la difusión de encuestas 40 días antes de las elecciones! (Ver noticia).

El problema de fondo es que ello implicaría convencer a un número elevado de políticos para que se pongan de acuerdo en sacar avante tal iniciativa, y a muchos eso les podría significar un cuchillo para su propio pescuezo: ellos saben que el que escruta elige, y en el mercado de las encuestas hay para todos los gustos…

A esta altura del partido no sobra traer a colación, para que se vea que lo de falsificar encuestas no es reciente, una del 8 de marzo del año pasado, a tres días de la consulta que definiría al candidato del uribismo entre Marta Lucía Ramírez, Iván Duque o Alejandro Ordóñez. Antes de esa fecha Petro aparecía en todas de primero, del mismo modo que Marta Lucía figuraba como la que iba a ganarle a Duque en la consulta. Pero de la noche a la mañana una “gran encuesta” realizada para El Tiempo y W Radio por Guarumo mostró un “cambio sorpresivo”: Duque con el 23,6% en intención de voto, y Petro con 23,1%. (Ver encuesta).

Ese día El Tiempo, W Radio y Guarumo le hicieron ganar a Iván Duque la consulta goda, del mismo modo que las encuestas siguientes le dieron la Presidencia de la República. Todo a pedir de boca de los que hacen que todo cambie… para que todo siga igual.

DE REMATE. Con lo golpeado que quedó el uribismo el domingo pasado, las condiciones están dadas para que por fin la Corte Suprema de Justicia le dicte orden de detención a su comandante en Jefe. Argumentos jurídicos hay de fondo y, como están las cosas, les quedaría ya muy difícil a sus seguidores pensar en “incendiar el país”.

En Instagram y Twitter: @Jorgomezpinilla

http://jorgegomezpinilla.blogspot.com/

 

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