El debate por volver a los colegios sacudió los días santos. Como suele ocurrir con las discusiones en redes sociales, los argumentos se diluyeron entre gritos, juicios de valor y ataques personales.
En los planteamientos hubo más cálculo político que preocupación por el bienestar de la comunidad educativa. Por un lado, estaban los intereses gremiales y, por otro lado, la rabia (incluso odio) con que muchos se refieren a Fecode. Así, mientras la puja crecía, la educación como centro de la discusión, iba desapareciendo con cada nuevo insulto. Pero, ni son uribistas quienes promueven la educación presencial, ni los maestros son unos vagos que se la ganan fácil desde sus casas.
Producto de estas circunstancias, han circulado gran cantidad de fotografías que muestran la precariedad en que se encuentran cientos de escuelas en el país, principalmente en zonas rurales. Esas imágenes son una vergüenza, no para el gobierno actual, sino para el Estado colombiano, pues habla de la indolencia de los gobiernos con los territorios y sus comunidades. Fecode cae en una trampa argumentativa al compartir esas imágenes, pues intenta decir que la totalidad de las instituciones educativas están en el mismo estado.
Pero este no puede ser un debate de todo o nada, porque así como hay escuelas a las que no se debería volver incluso después de la pandemia, hay instituciones que están en perfectas condiciones, incluso nuevas, y que ya podrían estar bajo el modelo de alternancia. Según cifras del Fondo de Financiamiento de la Infraestructura Educativa (FFIE), en los últimos dos años se han realizado obras de infraestructura y reconstrucción en más de 688 Instituciones Educativas. Estas mejoras son en unidades sanitarias, comedores, aulas, cerramiento de espacios, así como cambios de cubiertas y techos. Las sedes intervenidas se encuentran en la zona rural del país y muchas ni si quiera han sido estrenadas, pues a la apertura de ellas también se opone el sindicato.
La discusión por la alternancia debe ser situada: no es todos los colegios, todos los docentes y todos los estudiantes. Se trata de establecer en dónde se puede y quiénes pueden. Este balance ya debe estar en manos de las Secretarías de Educación y si es el caso, por necesidad del servicio, se deben realizar estudios de planta docente y realizar traslados que permitan ajustar de la mejor manera un modelo en el que quienes están en capacidades de cumplir su función presencialmente lo hagan y, quienes no, continúen bajo el modelo de educación remota.
Varios políticos y “precandidatos” participaron en este debate, pero muchos lo hicieron con la calculadora electoral y se ubicaron en una de las trincheras de la discusión. Sin embargo, más allá del entusiasmo de la semana pasada, no hay ningún político comprometido con la crisis que actualmente vive el sistema educativo. De ahí la importancia de superar esta disputa y comenzar a pensar, ¿cómo recuperar a la generación que actualmente se encuentra en edad escolar de estos meses de encierro y vacíos en su aprendizaje? Pues como plantea el profesor Julián de Zubiría “no solo se trata de volver a la escuela, sino preguntarnos a qué escuela volver”.