¿Por qué la planeación es importante para la ciudad?

Cartas de los lectores
24 de mayo de 2019 - 05:00 a. m.

En estos meses se ha sometido a discusión, quizás, el más importante instrumento de planeación del que puede disponer la capital colombiana: el Plan de Ordenamiento Territorial, un documento que contiene los objetivos territoriales de la administración distrital (es decir, un modelo de ocupación urbano-rural) junto con las estrategias, los programas, proyectos y las fuentes de financiamiento para hacerlo realidad. Lamentablemente, estas discusiones no han trascendido los círculos políticos o económicos ni del sector académico. Ni siquiera los medios de comunicación hablan del tema, y si lo hacen, lo hacen con una brevedad que lo condena a la irrelevancia. Los candidatos a la Alcaldía mayor tampoco han hecho pronunciamientos al respecto, algo realmente problemático, porque se trata de un documento, largo pero simple, que define y regula el desarrollo urbano de la ciudad en un plazo de 12 años.

Eso lleva a la pregunta: ¿por qué la planeación es importante para la ciudad? Porque define y determina muchas cosas que son tan cotidianas que solo pasan inadvertidas. No existe la planeación urbana ideal ni existe el modelo urbano ideal, pero si este ejercicio político se hace intentando representar las voces y los intereses de todos los sectores de la sociedad, puede garantizar casi todo lo que se nos puede ocurrir en la infinita imaginación: escuelas donde los niños pueden ver el mundo con otros ojos y hospitales cerca de nuestros hogares que den una esperanza de vida; un sistema de transporte eficaz y humano que nos acerca en vez de alejarnos; oportunidades de empleo para toda la ciudadanía; parques, plazas, andenes y otros espacios públicos de calidad que refuerzan los lazos comunitarios y mejoran este andar por el mundo; protección del patrimonio, algo que representa lo que somos, de dónde venimos y hasta dónde hemos llegado; mejores viviendas para mejores hogares, y la tan necesaria sostenibilidad ambiental, que va a perpetuarnos o condenarnos como especie.

Con la enorme trascendencia de que goza este asunto, entonces, ¿por qué nadie habla de ello? Hay varias razones. Su complejidad impide su entendimiento por el conjunto de la gente, lo que se presta para cualquier arbitrariedad por parte del Gobierno y las empresas de construcción, y los esquemas de participación suelen convertirse en simples reuniones en las que casi todas las personas deben estar de acuerdo sin ninguna consideración. Al ser un modelo de largo plazo no les interesa a los políticos, pues a muchos de ellos no les interesa la ciudad, sino los resultados de las elecciones y lo que vendrá después. Y muy factiblemente no se traduzca en audiencias o lectores en los medios de comunicación. Los urbanistas y planificadores tampoco hemos contribuido a ello. Es importante que estos debates se den, que la gente sea escuchada, que no se actúe bajo la dictadura económica, sino teniendo en consideración a los que nos rodean y, sobre todo, que el ordenamiento territorial sea destinado no solo para crear entornos amigables con el ser humano y el medio ambiente, sino también como un instrumento de empoderamiento y unificación de toda la sociedad.

Eduardo Meza Cuesta, politólogo. Maestría en Urbanismo, Universidad Nacional de Colombia.

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