Préstamo directo del Banco de la República al Gobierno

Gonzalo Hernández
31 de marzo de 2020 - 05:00 a. m.

El Estado tendrá que activar pronto la posibilidad de que el Banco de la República imprima dinero para prestárselo directamente al Gobierno. Ese recurso puede ser una fuente eficiente de financiamiento del déficit fiscal –necesario para mitigar los efectos de la crisis sanitaria y económica que nos está golpeando–.

Esta propuesta suena a herejía luego de haber escuchado por largo tiempo el mantra de la independencia del Banco como condición necesaria para la estabilidad económica del país. Los fundamentalistas de la independencia del banco central siempre descalifican los llamados a una mayor coordinación de la política monetaria y la política fiscal. Responden de inmediato con un discurso de miedo, en el que cualquier amenaza a la independencia del Banco de la República tendría consecuencias inflacionarias y de inestabilidad institucional.   

Hay que tener presentes algunos elementos para defender la propuesta de un préstamo directo del Banco de la República al Gobierno. Primero, no estamos en un escenario de alto riesgo inflacionario por cuenta de altos niveles de inversión o consumo. Es precisamente la demanda agregada la primera en estar deprimida, y es sobre ella que la política monetaria debe actuar.

Segundo, en la práctica, cuando el Banco de la República inyecta liquidez, y le presta dinero al sistema financiero, los bancos comerciales pueden usar parte de esos recursos –a tasa de interés relativamente baja– para comprar TES (deuda pública) emitidos por el Gobierno. Es decir, el banco central termina prestándole indirectamente recursos al Gobierno. Y obviamente de esas operaciones, en las que los bancos comerciales actúan como intermediarios, resultan ganancias para el sistema financiero.

Y, tercero, se pueden crear mecanismos de control y transparencia para monitorear el uso adecuado de los préstamos del banco central al gobierno.

Al final de las cuentas, y en especial en momentos de crisis como el actual, que merecen medidas extraordinarias, y en los que a veces tenemos que elegir el menor de los males, ¿debería el Estado pagar los márgenes de intermediación del sistema financiero para pasarle recursos al Gobierno? No lo creo. Y, así como no tenemos tiempo para que la mano invisible del mercado adecue hospitales y unidades de cuidados intensivos, no parece que el crédito barato al sistema financiero sea la medida más efectiva y rápida para levantar la economía y para atender el bienestar de la población.

El Banco de la República ha sido por ahora tibio en su reacción de política monetaria frente a la crisis. Es tan serio lo que estamos enfrentando, que los mercados no van a castigar a Colombia por tener una mejor coordinación del Estado, con articulación directa de su gobierno y su banco central. Ahora más que nunca, liderazgo y coordinación son elementos claves para afrontar la crisis. Si una política económica más efectiva requiere de mayor coordinación entre el banco central y el Gobierno, dejemos que importe menos el fundamentalismo de la independencia.

Coletilla. El artículo 373 de la Constitución Política de Colombia dice: “…Las operaciones de financiamiento a favor del Estado requerirán la aprobación unánime de la junta directiva (del Banco de la República), a menos que se trate de operaciones de mercado abierto. El legislador, en ningún caso, podrá ordenar cupos de crédito a favor del Estado o de los particulares”.

Ph.D. en Economía, University of Massachusetts-Amherst. Profesor asociado de Economía y director de Investigación de la Pontificia Universidad Javeriana (http://www.javeriana.edu.co/blogs/gonzalohernandez/)

 

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