Problemas del café

Santiago Montenegro
22 de abril de 2019 - 05:00 a. m.

En estos tiempos en los cuales los precios internacionales están muy bajos, ha vuelto la discusión sobre qué hacer con el sector cafetero. No sin razón, durante mucho tiempo, quizás hasta comienzos de los años 90, se decía que el Congreso Cafetero era casi tan importante como el Congreso Nacional. Entonces, el café era de lejos el principal rubro de exportación, lugar que ha sido tomado por el petróleo y otros minerales y también por la coca. Otros cambios grandes que se han dado son el desplazamiento de la producción desde Antioquia y el Viejo Caldas hacia el sur del país, a los departamentos de Cauca, Huila y Nariño, así como la creciente importancia que han tomado los llamados cafés especiales, los cuales pueden representar hasta un 30 % de la producción, y también el ingreso al sector de muchas personas para quienes el café ya no es su principal actividad económica ni su principal fuente de ingresos. Si hasta hace unos 50 años la producción cafetera era fundamentalmente campesina, ahora muchos profesionales que viven en las ciudades cuentan con esta actividad como subsidiaria a sus profesiones o a otras actividades económicas, muchas veces de tiempo parcial. Si hace medio siglo se podía decir que la inmensa mayoría de las familias vivían solo del café y de los productos de pancoger, hoy en día, los campesinos dedicados exclusivamente al café son menos y están concentrados en el sur del país. Todas estas consideraciones hay que tenerlas en cuenta para analizar las opciones de política y ayuda al sector cafetero.

Ante los bajos precios internacionales, el gerente de la Federación de Cafeteros ha propuesto retirar el café colombiano de la Bolsa de Nueva York o fijar un precio por debajo del cual Colombia no vendería café. Esta es una opción que puede resultar muy costosa o puede hacer perder cuota de mercado a Colombia, o las dos cosas.

El exministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, ha planteado que hay que volver a un pacto de productores, como ocurrió hasta comienzos de los años 90, aunque es una opción muy difícil de implementar. También ha planteado un interesante ejercicio de información, para demostrarles a los consumidores que los productores, como los de Colombia, solo reciben un 3 % del precio final, pese a que son el eslabón más importante de la cadena.

Pero, quizá, la opción más urgente es volver a establecer un mecanismo de estabilización del precio interno, con un fondo de estabilización que ahorre durante las bonanzas y desahorre en tiempos de precios bajos internacionales. Otras dos opciones que se han utilizado en el pasado es subsidiar el precio interno de compra y refinanciar o condonar parcialmente la deuda de los cafeteros, que, según medios de prensa, es hoy en día de $1,2 billones con el Banco Agrario. Como estas opciones son muy costosas, dependiendo de los recursos disponibles, se podrían implementar cumpliendo dos objetivos: primero, concentrar las ayudas en los productores campesinos y, segundo, hacerlo contra un programa de incremento de la productividad. Como la mayor producción está ahora en el sur del país, en alguna forma, estas medidas son también muy importantes para contener el avance de la producción de coca, que también se ha expandido en esos departamentos del sur.

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