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Problemas estructurales

Francisco Leal Buitrago
26 de junio de 2020 - 05:00 a. m.

El Estado-nación continúa como eje de la división geográfica mundial, luego de estancamientos y fracasos de integraciones regionales. Su principal avance fue la Unión Europea y el Grupo Andino lo fue en nuestro entorno, aunque fracasó. Así mismo, el modelo de democracia liberal es el mejor, aunque con variantes: complejas, como en Estados Unidos, y sencillas, en países de la región. Los Estados tienen mayor o menor fortaleza política, al igual que las formaciones nacionales, en parte por las complejidades geográficas.

Colombia es uno de los países con mayor complejidad geográfica, lo que afecta su formación nacional y estatal. Sin embargo, los efectos negativos al respecto tienen que ver más con factores políticos. Desde los inicios de su modernización capitalista, finalizada la Segunda Guerra Mundial, el Estado ha sido incapaz de ocupar de manera legítima territorios dispersos en más de la mitad de su extensión. También hay departamentos, como Antioquia, donde su población se identifica más con la región que con la nación.

El abandono estatal de territorios ha permitido su ocupación por parte de grupos delincuenciales: guerrillas, paramilitares, narcotraficantes, mineros ilegales, delincuencia común… El campesinado ha sido la víctima, pues tiene que subordinarse a los mandamases, incluso para delinquir, so pena de ser liquidados. Y si lideran algún grupo para defender intereses colectivos, son amenazados y/o asesinados. La Fuerza Pública, que creció exponencialmente, ha sido incapaz de solucionar estos problemas, que han aumentado. El crecimiento militar y policial ha inducido su descontrol por los gobiernos, propiciando acciones delictivas.

Durante estas décadas, el crecimiento poblacional ha sido enorme, mayormente en las ciudades, con inmigración de campesinos desterrados y en la miseria, además de otros grupos rurales y de poblaciones pequeñas. Así, se han creado barrios de invasión y viviendas improvisadas en áreas circundantes, incrementando desigualdades, discriminación e informalidad en el trabajo, que sumada al desempleo sobrepasa la mitad de la población económicamente activa.

En las zonas rurales hay otros problemas graves, como la ancestral expansión de la frontera agrícola con el exterminio de bosques. Los terratenientes han ido a la zaga del campesinado para comprarles mejoras o sacarlos de sus parcelas para que continúen expandiendo la frontera y también dirigiendo talas indiscriminadas. El persistente “problema de tierras” con enormes latifundios ha permitido que sus propietarios controlen municipios y veredas, subordinando autoridades y pagando impuestos prediales miserables. Es un problema en crecimiento, sin solución por las autoridades nacionales. Entre tanto, el aumento de cultivos ilícitos ha mostrado que las políticas gringas al respecto han sido equivocadas, con gobiernos nacionales doblegados al “imperio”. El actual lo maneja un inexperto, sin orientación definida.

Los problemas señalados se destacan sobre los demás, que se suman a las incapacidades gubernamentales para solucionarlos. De ellos se desprenden muchos que aquejan al país, entre los que sobresalen el clientelismo y la corrupción pública y privada que de este se deriva.

 

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