Psico-economía para mi prima

Martín Jaramillo
30 de junio de 2018 - 02:00 a. m.

Mi prima de diez años y yo nos complementamos como economistas; ella habla el idioma de historias y yo el idioma de números. Siempre nos enseñamos cuando discutimos sobre las cosas importantes de la vida: si debe compartirle los juguetes a su amiga, si debe llamar a que la profesora la obligue a compartir o si merece ser compensada económicamente por ordenar su cuarto.

Yo soy un entusiasta por las matemáticas como la mayoría de los economistas, a excepción de algunos. Richard Thaler fue un sujeto que a punta de historias creó una disciplina nueva, la economía comportamental o la psico-economía. Él contaba, entre tantas, la famosa historia de la comida en su casa con sus compañeros de doctorado de economía y lo que pasó cuando él puso en la mesa una coca con maní.

Sus comensales no paraban de comer, por lo que Thaler quitó la coca (aún con maní) y la alejó de los invitados para asegurarse de que hubiera espacio en el estómago para la cena: todos le agradecieron. Esto es curioso, pues en la teoría económica neoclásica, más opciones siempre es mejor. ¡Un grupo de doctores en economía había violado una de las conclusiones básicas de los modelos con los que trabajan cada día!

La explicación va en que de lo primero que se asume para simplificar los modelos económicos es que los humanos se comportan de forma racional, consistente, responden a los incentivos y siempre buscan tener el mayor de beneficio con el menor esfuerzo. Este modelo reduce las complicaciones y nos da un punto de partida; no es posible enseñarle a modelar a mi prima de diez años o a un estudiante de pregrado si no se empieza con un modelo fácil. Pero con décadas de avance en la economía, casi nos olvidamos de que nuestro modelo se basaba en este frágil supuesto.

Después de la Segunda Guerra Mundial se intentó evaluar toda la economía con rigurosidad matemática. Era menos subjetiva, pero parecía que la profesión perdía la buena intuición sobre el comportamiento humano. La capacidad de Thaler de contar historias e incorporar la psicología en sus análisis no sólo le dio el Premio Nobel en 2017, también hizo nuestra profesión más precisa, más humana. Decía Thaler que en los textos de economía ya no había humanos. “¿Cómo pudo ocurrir esto?”, se preguntaba.

Yo le tengo la respuesta al hoy nobel de Economía: hacen falta más economistas como mi prima, que no subestiman el valor de las historias.

#EconomíaParaMiPrima

@tinojaramillo

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