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¿Puede haber bienestar en Colombia?

Mario Valencia
22 de agosto de 2020 - 05:05 a. m.

Las redes sociales tienen un recurso que muestra los acontecimientos publicados en el pasado. Lo he encontrado útil porque casi todos mis recuerdos están relacionados con la interacción social que la pandemia nos ha arrebatado, pero que debemos recuperar.

No es extraño, pues la existencia humana ha estado ligada, primero, a la supervivencia como grupo y, después, con el conocimiento, también a la producción de medios indispensables para satisfacer necesidades presentes y futuras. Así, es común pensar que la historia lleva el sentido del avance y el progreso, consecuencia de la capacidad de perfeccionamiento que tiene nuestra especie.

Desconocer lo anterior es identificarse con el atraso. Como el desarrollo depende de nuestra relación con la naturaleza y de la cooperación entre humanos, los obstáculos que lo impidan deben ser resueltos.

Por ejemplo, el progreso para Colombia significará superar la violencia como forma de resolver las diferencias. Quienes promueven lo contrario quedarán en el ostracismo; no hay duda alguna de esto. También implica adquirir la capacidad de transformación de la vida material, del conocimiento, la tecnología, las herramientas y las máquinas necesarias para lograrlo. Oponerse es caricaturesco.

Pero los datos y hechos muestran que, además de la crisis provocada por la emergencia sanitaria, Colombia no va en la dirección del progreso.

En el segundo trimestre de 2020, la producción nacional cayó 15,7 %, la cifra más alta registrada por las estadísticas. No todo se debe a la pandemia, pues la economía venía en un claro proceso de desaceleración, camuflado por la propaganda oficial. Parte de la caída abrupta se debe también a una estructura productiva rudimentaria. Para los meses de abril a junio, el único sector que crece es el financiero. Por el lado del gasto, la inversión cayó el doble que el PIB, los flujos de capital extranjero bajaron 50,3 % con respecto al trimestre anterior, y de las fuentes que sostenían el consumo de los hogares, los desembolsos de crédito disminuyeron 4,5 veces más que este gasto y las remesas dos veces más.

El curso de la historia nos ha enseñado que el progreso surge cuando se vencen los obstáculos y las ideas erróneas son derrotadas. El bienestar en Colombia sí se puede lograr y ocurrirá, pero no depende solo del buen comportamiento individual, sino de la capacidad colectiva que tengamos de aprender de los errores y de sobrepasar a quienes los promueven.

Mario Valencia

Por Mario Valencia

Docente de economía de las Universidades Nacional y Cesa.

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