Comunidad y desarrollo

Qué horror: ¿congresistas y ministros?

Uriel Ortiz Soto
05 de diciembre de 2018 - 02:00 a. m.

De aprobarse la figura de congresistas-ministros, eso sería retroceder en la modernización de nuestro Estado de derecho y volver a las épocas más nefastas del clientelismo y la corrupción, que aún continúan.

Antes de la Constitución del 91 los senadores y representantes podían ser nombrados ministros; sin embargo, el constituyente primario consideró que dicha figura se prestaba para fomentar el clientelismo y la corrupción, puesto que se vieron casos de congresistas que al hacerse nombrar ministros resultaron enredados con un cúmulo de inhabilidades, por haber sido autores o ponentes de proyectos de ley propios de los ministerios en los cuales estaban ejerciendo.

Aunque en la sana lógica dicha figura actúa de manera separada, no deja de ser un peligro para los mínimos avances que se han logrado con la Constitución del 91, que prohibió expresamente que los congresistas fuesen nombrados ministros del despacho, puesto que automáticamente se cruzan competencias o conflictos de intereses.

De aprobarse la figura de congresistas ministeriales, aunque en primera instancia se diga que la aspiración ministerial ocurra una vez posesionados como senadores o representantes, queda un enorme vacío y es el abandono de los planes y programas de desarrollo legislativos con los cuales se hicieron elegir parlamentarios.

Ya que la reforma política se encuentra en sus últimos hervores, se deberían agotar todas las instancias administrativas y jurídicas con el fin de determinar qué tan viable es dicha figura, puesto que, hasta el presente, tiene todos los visos de ser un orangután legislativo que, si no se controla a su debido tiempo, una vez aprobado va a causar enormes daños de orden legislativo y administrativo.

Para estos efectos se deben elevar las consultas pertinentes a los organismos competentes como el Consejo Nacional Electoral, la oficina jurídica del Congreso y las altas cortes, para que den su opinión sobre su viabilidad; de acuerdo con la Constitución del 91, es totalmente inviable.

Los “honorables padres de la Patria” siempre se salen con la suya cuando se trata de aprobar una nueva reforma política; ahora resulta que se consideran tan privilegiados y llenos de sabiduría que le colgaron a la reforma política que está en curso todo un orangután, para que en un santiamén puedan saltar de congresistas a un ministerio.

Han de saber los señores congresistas que tanta viveza les va a salir por un ojo de la cara, puesto que constitucionalmente ninguna de las dos figuras es compatible la una con la otra, y para poder complacer sus caprichos se requeriría reformar la Constitución para que en las elecciones se vote por congresistas ministeriales.

Nadie entiende el porqué de tan poca seriedad de los señores congresistas, puesto que con esa figura están engañando a sus electores, que de muy buena fe votaron para que los representen en las altas corporaciones legislativas: Senado o Cámara de Representantes.

De otro lado, de aprobarse tal esperpento, podemos estar seguros de que será demandado ante la Corte Constitucional, que en su sapiencia y sana sabiduría debe decidir si la figura de curules Congreso-ministerio es compatible entre sí.

Sería un nuevo golpe y engaño para los electores, puesto que al depositar su voto en las urnas por determinado candidato lo están haciendo con la seguridad de que los va a representar en el Congreso de la República para todo el periodo constitucional, con la ilusión de que les va a solucionar las obras propuestas en las plazas públicas.

Total: señor congresistas, pídanle al niño Dios que los ilumine para que no sigan cometiendo este tipo de torpezas y engañando a los electores, para que piensen al derecho; les recomiendo tomar caldo de ministro, con eso se distraen mientras les pasa la calentura de ser congresistas-ministros.

urielos@telmex.net.co

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