¿Quién quiere ser Congresista?

Uriel Ortiz Soto
10 de septiembre de 2009 - 12:17 a. m.

Lamentablemente en Colombia, no puede ser Congresista quién quiera, sino quién pueda. Hay que disponer de un buen presupuesto, como mínimo:

mil mil millones de pesos, además contar con el respaldo del cacique de turno para que lo avale; caso contrario, el candidato primiparo le está latiendo a la luna. Por más preparado y honesto que sea, mejor programa que presente en foros y seminarios, lo derrotarán estruendosamente.

 Los avales, para aspirar a tan jugosas posiciones legislativas en las próximas elecciones, ya deben estar comprometidos por los caciques nacionales y regionales, esto, en respuesta a las exigencias y compromisos adquiridos con quienes los vienen secundando desde tiempo atrás. Sin embargo, serán cientos los candidatos primerizos de diferentes departamentos, partidos y movimientos, que aspirarán a ser Senadores o Representantes. Saldrán a predicar lo divino y lo humano prometiendo sacar adelante  las regiones del estado de postración en que se encuentran.

Ante tantos escándalos que diariamente ocurren en nuestro País, por cuenta  de la para – política, Yidis –política, farc política, tráfico de influencias; además de todo tipo de inhabilidades de carácter penal, y últimamente, la feria de las notarías donde buena parte de los Congresistas aparecen seriamente comprometidos, y ante la proximidad de las próximas elecciones; vale la pena actuar con sentido de responsabilidad, puesto que, el cuatrienio que termina además de ser el más vergonzoso en toda la historia legislativa; electores y regiones, han sido duramente golpeados. La mayoría de los proyectos de campaña que los hoy Congresistas prometieron desarrollar, se quedaron entre el tintero, puesto que, muchos perdieron su investidura, fueron a parar a las cárceles o se encuentran incursos en diferentes procesos penales.  

Para ser Congresista en Colombia, no es que se requiera de un nivel intelectual y académico alto, basta, ser ciudadano con espíritu de liderazgo, honesto, con verdadero sentido de responsabilidad y de comunidad, de gran visión para resolver mediante los mecanismos Constitucionales de participación las más urgentes necesidades de quienes confían en él. Además debe entender muy bien, como se estructura un Plan de Desarrollo, que es ni más, ni menos, que la Carta de Navegación con la cual va a hacerse elegir para responder a sus electores como Congresista.

Indudablemente querido compatriota, que, tú podrías entrar en esta gran contienda por la democracia. Los dictados de tu consciencia te dirán que te lo mereces. Como eres persona seria y honesta, consultarás con tu familia y amigos más allegados, quienes se encargarán de hacer una especie de sondeo electoral en el sector del País donde según dicen tus admiradores o aduladores “te idolatran” porque les has servido desinteresadamente. 

Desgraciadamente, todo lo anterior ocurre en la antesala de la feria electoral, cuando aún no han llegado los gamonales y mercaderes de votos. Por lo general estos especímenes de la democracia y corrupción, aparecen faltando como mínimo cuatro meses para las elecciones. Empiezan a recorrer ciudades, pueblos y veredas;  casa por casa, recogiendo las cédulas de sus incondicionales votantes, entregándoles dádivas, mercados, drogas; y materiales de construcción para mejorar sus viviendas.  Lo segundo que hacen, es estudiar a sus eventuales rivales. Tienen la peculiaridad de ensamblarlo con todo tipo de porquerías con el fin de lanzarlo por los despeñaderos de la desgracia. Si ven que está muy fuerte en sus feudos políticos, fácilmente lo desaparecen y el día de los funerales son los primeros en concurrir a las exequias con coronas y toda clase de condolencias y hasta tienen el cinismo y el descaro de pronunciar panegíricos en su memoria ensalzándolo como un mártir de la democracia y pidiendo severas investigaciones con el fin de desenmascarar a  los asesinos.

Ante todas estas disyuntivas es claro que, en Colombia, no puede ser congresista quien quiera, sino quién pueda. Es cuando viene la pregunta del millón: ¿Quién quiere ser Congresista? No cualquiera puede serlo, aunque sus dirigentes políticos digan lo contrario. Primero se debe tener muy en claro, que en nuestro País, la política no se ejerce, se trafica. Lamentablemente, no existe un Estatuto Político, que regule el ejercicio de tan noble actividad como profesión altruista y comunitaria dedicada a promover desde los Poderes Legislativos, planes y programas de desarrollo en bien del País, Departamentos, Municipios, Corregimientos y Veredas; y en general para todas las Instituciones Públicas y Privadas.

urielos@cable.net.co

 

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