Rappi es libertad, para mi prima

Martín Jaramillo
20 de octubre de 2018 - 05:00 a. m.

El tema de hoy para hablar de economía con mi prima de diez años no fue difícil de escoger: esta semana a los biempensantes resolvieron cogerla contra Rappi.

Rappi es una aplicación que conecta personas que quieren, por cierta cantidad de dinero, llevar domicilios, con otras personas que prefieren pagarle a alguien en vez de ir por su almuerzo. Los críticos consideran que el precio que se paga no es “justo” porque Rappi no les paga prestaciones laborales a las personas que conecta. Ya se escuchan voces que invitan al Gobierno a intervenir.

—Primo —me preguntaba—, ¿no es mejor que los rappitenderos ganen más plata?

—Pero, prima, ¿quién no quiere que la gente tenga más plata y mejores condiciones?

—¿Entonces por qué el Gobierno no obliga a Rappi a pagarles más plata, salud y prestaciones?

—Prima, los salarios buenos se construyen, no se decretan (R. Hausmann). Desear que ganen más no hace que mágicamente ganen más, y hacer inviable el modelo de negocio que les da el dinero que hoy se ganan tampoco les ayuda.

El salario de las personas no depende de las nociones desinformadas de justicia de terceros. Los salarios bajos son un síntoma que revela el problema real de productividad. Atacar los síntomas no es curar la enfermedad. El creer que con leyes se cambia la realidad ha llevado a los biempensantes a culpar a Rappi, que, si mi prima lo piensa bien, lo único que ha hecho es darles una oportunidad mejor a los tenderos que cualquier otra que tenían antes. (Si no fuera la mejor, no estarían ahí, pues pueden renunciar en cualquier momento).

Con diez años mi prima entiende que Rappi es una aplicación que permite que dos adultos tengan un intercambio voluntario de dinero por servicios en algo tan simple como comprar una hamburguesa y llevarla al otro lado de la ciudad. Si dos adultos voluntariamente tienen una transacción, ¿por qué un tercero puede pedir que se prohíba, o que se lleve a cabo en otras condiciones? ¿Por qué será que una persona cree, basada en impulsos morales, que sabe mejor qué es preferible para los rappitenderos que ellos mismos?

Resulta, para sorpresa de esas personas, que la mayoría de los colombianos no tienen ni salud ni prestaciones laborales (según la OCDE, el 64% de las personas en Colombia trabajan en la informalidad). No sé cómo le explicarían a mi prima que hay que tener más “compasión” (paternalismo) por las personas informales con gorras de Rappi que por las personas informales que venden arepas en la calle. Mi prima piensa que es absurdo que un tercero pretenda saber mejor que ellos mismos sobre su situación.

Pero, sobre todo, no sé cómo le explicarían que es mejor acabar con Rappi y enviar a las personas que hacen domicilios a otros trabajos con la excusa de que Rappi no paga prestaciones. Que los justos son ellos que critican e injusto es el que les ofrece a cientos de personas una mejor opción que la que tenían antes.

¿Será que le dirían a un trabajador algo tipo “escoge libremente entre tus escasas opciones de trabajar, pero no escojas trabajar en Rappi que a mí no me gusta”? ¿Creen que mi prima aprobaría eso?

Su cara me dice que no.

#EconomíaParaMiPrima

@tinojaramillo

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar