Recordando artistas colombianos olvidados

Manuel Drezner
28 de agosto de 2018 - 02:00 a. m.

Aunque sea machacar sobre un tema sobre el cual he insistido en varias ocasiones, vale la pena recordar que en Colombia hubo muchos pintores y escultores en un pasado bastante inmediato que han sido echados al olvido en forma injusta, ya que se trató de artistas muy talentosos y que son parte indispensable del arte colombiano. Hay que luchar por la resurrección de muchos ilustres artistas colombianos del pasado, porque muchos de ellos tiene merecimientos que no justifican ese olvido. Un ejemplo patente es el de Wiedemann, un ilustre pintor colombo-alemán, que estuvo entre nosotros, que creó obra de gran valor y dignidad y que en forma misteriosa nunca se ha vuelto a mencionar. Caso similar es el de Richter, artista de gran éxito en sus tiempos y del que pocos parecen recordarse hoy día. Marco Ospina, el precursor del arte abstracto en el país, persona de excelente producción, muy elogiado en sus tiempos, es otro caso de artista del cual nadie ha hablado en años. Lo mismo ha sucedido con Luciano Jaramillo, pintor tempranamente desaparecido, artista de imaginación desbordante, de uso increíble del color y de quien nadie se ha recordado desde su fallecimiento, hace varios años. Otro artista echado al olvido es Augusto Rivera, quien incluso ganó uno de los salones de artistas colombianos y tuvo presencia no solo en la pintura sino también en el teatro y que supo combinar tradiciones indígenas con arte moderno mucho antes de que otros lo hicieran. El mismo Armando Villegas, cuya muerte reciente apenas fue mencionada en las noticias culturales, merecería tener más presencia en el mundo caprichoso del arte. La muerte de una excelente artista como Pilar Caballero a duras penas fue noticia en las últimas páginas.

Se pueden citar otros nombres de artistas ignorados como los de Gastón Betelli, Pedro Alcántara, Gonzalo Ariza, Julio Castillo, Aníbal Gil Villa, Erwin Krauss y Samuel Montealegre, para mencionar solo unos cuantos. Todos los mencionados y muchos más deberían ser parte de la labor educativa de los museos. ¿Dónde están las grandes muestras de artistas importantes dentro del arte colombiano? ¿Y dónde hay planes a largo plazo que demuestren que se está cumpliendo la labor educativa que justifique su existencia? Lo dicho comprueba que la labor de los museos de educar, rescatar el arte importante y ponerlo al alcance del público en una forma didáctica no se está cumpliendo a cabalidad. De hecho, muchas veces en el exterior se sabe más de nuestros artistas de lo que sabemos aquí.

Es por eso que hay que buscar que quienes están al frente de esas entidades sean conscientes de esa labor que deben cumplir, con lo cual no solo justificarían su existencia sino que también contribuirían a reparar esos injustos olvidos que son solo unos pocos ejemplos entre muchísimos que lamentablemente se pueden citar.

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