Reducir el efectivo

Santiago Montenegro
26 de febrero de 2018 - 02:00 a. m.

La propuesta del fiscal general de la Nación, Néstor Humberto Martínez, en el sentido de cambiar los actuales billetes de alta denominación por otros nuevos, va en la dirección correcta. La propuesta consiste en crear una familia de billetes nuevos, quitándoles tres ceros, con el propósito de volver obsoletos los billetes viejos y así golpear a los criminales que tienen caletas llenas de efectivo, provenientes de negocios ilícitos, del secuestro o del narcotráfico.

El ministro Cárdenas apoya la propuesta, pero la entiende como una reducción de los costos de transacción y, quizá por ello, afirmó que se seguirían utilizando los billetes de la familia que comenzó a circular en 2016, como el nuevo billete de $100.000, pero sin la palabra mil.

Combatir la criminalidad y reducir los costos de transacción son medidas necesarias, pero deben estar enmarcadas dentro de una política más general que ataque frontalmente el problema estructural más grave de la economía colombiana: la informalidad. En este sentido, la política debe tener como objetivo reducir y, eventualmente, eliminar el uso del efectivo, comenzando por los billetes de alta denominación. Por eso, haber emitido el billete de $100.000 por parte del Banco de la República fue una medida no solo innecesaria, sino equivocada, como lo he argumentado en esta columna. Países, como Canadá y Singapur, tienen metas de eliminación del efectivo a muy corto plazo, pero es India el país que nos está dando verdaderas lecciones sobre lo que debemos hacer. Como Colombia, ese país tiene una economía informal gigantesca y, como consecuencia, una tributación muy baja como porcentaje del PIB, bajísimas contribuciones a la seguridad social, narcotráfico, lavado de dinero, altísima criminalidad y hasta una guerrilla: los Naxalitas, que han existido desde los años 60.

India prohibió los billetes de 500 y de 1.000 rupias en noviembre de 2016, pero también ha introducido otras medidas con el claro propósito de reducir y, eventualmente, eliminar el uso del efectivo. Ese país ha estimulado la emergencia de empresas de pagos móviles, como PayTM, que tiene casi 200 millones de clientes, y el propio gobierno creó una empresa de pago móvil, UPI (Unified Payment Interface), que permite a sus usuarios conectar cuentas de bancos con teléfonos celulares a través de un sistema de identificación única. Más de mil millones de personas, de un total de 1.300 millones, ya han registrado sus datos biométricos en dicho sistema único de identificación.

Las autoridades también tienen el claro propósito de convertir el celular en una billetera electrónica, especialmente en las zonas rurales, en donde las tarjetas de crédito, débito y los ATM son prácticamente inexistentes. En la actualidad, solo un 30 % de la población cuenta con celulares inteligentes, pero creen posible lograr en pocos años una cobertura universal. Con estas y otras medidas, India se ha propuesto desafiar las viejas teorías lineales del desarrollo y saltar etapas, lo que en inglés se denomina el “leapfrogging”.

Emitir nuevos billetes, como lo ha propuesto el fiscal, es entonces una iniciativa que va en la dirección correcta, pero, aprendiendo de India, el próximo gobierno de Colombia tiene que hacer mucho más para formalizar y transformar radicalmente la economía, modernizar un Estado que carga un rezago tecnológico de décadas y combatir la criminalidad. Las nuevas tecnologías, ya existentes y probadas en muchas partes del mundo, hacen posible hacerlo.

 

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