Réplica de Margarita Ortega a la crítica a su libro publicada en El Espectador

Cartas de los lectores
06 de mayo de 2019 - 03:11 p. m.

Por medio de la presente me comunico con ustedes en medio un muy profundo dolor y disgusto generado por el reciente artículo sobre mi libro “El camino sencillo”, el cual está lleno de tergiversaciones, sesgo y mentiras. Sé que estos adjetivos suenan demasiado fuertes en el encabezado de esta y de cualquier carta pero como tengo la manera de debatir los puntos tocados en dicho escrito, me atrevo a hablar y definir, de esta manera, lo que ustedes han publicado sobre mi trabajo. Iré punto por punto extrayendo los apartes del artículo.  

EE   En su libro, Margarita Ortega explica que es vegetariana-vegana desde hace 17 años por “la sostenibilidad del planeta y por tener una mejor nutrición”

MO Esto, escrito así, tan a la ligera no responde a la verdad del libro. Es claro que en él yo le cuento a la gente, es más, les advierto a los lectores, que soy vegetariana-vegana y explico en muchas más que dos líneas extraídas por una mente ligera, las razones por las que hace 18 años tomé esta decisión. Sin embargo, es un exabrupto y es faltar a la verdad por omisión el no explicar en el texto publicado que así como aclaro que soy vegetariana, también aclaro que esta no es mi motivación para este tercer libro pues este no es un libro para vegetarianos, que ni siquiera es un libro con el que yo pretenda adoctrinar a nadie porque si algo me caracteriza es mi decisión de vida de entender el proceso individual como parte del tesoro de cada una de la personas que me rodean. Tal como lo hago siempre en mis charlas y en todas la entrevistas en las que puedan indagar sobre mí, en el libro cuento y pido que nadie me crea lo que digo porque sí, porque no tengo yo la verdad, y que es necesario siempre preguntarnos todo y no quedarnos con lo primero que nos dan, y que sin embargo, soy enfática al decirlo, he encontrado que al acercarnos a los alimentos reales, no a los híperprocesados, le damos un buen combustible a nuestro cuerpo, lo que se convierte en la posibilidad de mejorar nuestro estado de salud y por ende nuestra calidad de vida; yo lo he vivido y por eso comparto mi experiencia. Cuando telefónicamente le pregunté a la periodista por ese aparte donde ella dice que yo por contar con toda honestidad, en el libro, que soy vegetariana, induzco a la gente a serlo, ella me responde que como yo decido contarlo la gente va a “pensar” que eso es lo que yo pretendo con el libro; sin duda alguna esto es un supuesto de la señora y es su opinión más no es algo que yo haga en el libro. Mi pregunta es: ¿En qué parte del libro yo le digo a la gente que debe volverse vegana? En el libro, en ningún momento, no hay un solo renglón que así lo diga, que yo les indico a los lectores que deben ser vegetarianos. Muy por el contrario, los exhorto a ser siempre buscadores responsables y consumidores conscientes.

EE      En el libro, por ejemplo, Ortega no advierte que la principal fuente de la vitamina B12 es la proteína animal, por lo que cuando se suprime esta ingesta se puede dar una deficiencia de esta vitamina. 

MO   ¿Por qué razón debería de decirle a la gente que se suplemente con vitamina B12 si mi tema en el libro no lo necesita? Es decir, yo soy vegetariana-vegana, me suplemento con vitamina B12, yo en mi vida, pero es que  no hay un solo renglón en el que yo les indique a los lectores que lleven una dieta vegetariana o vegana. No existe, y la autora del artículo lo sabe. Cuando le pregunté sobre por qué debería indicar esta suplementación, su respuesta fue: porque usted es vegetariana, lo dijo,  y escribió un libro sobre alimentación y por ende la gente “supondrá” que es lo que debe ser, vegano, y usted debía decirlo. Craso error que demuestra que la periodista no leyó el libro. No hay un solo renglón, insisto, en el que yo indique a las personas que deben seguir una opción alimentaria como la que yo sigo; por tanto quedo exenta de indicar dicha suplementación. Por el contrario, el libro, cuyo slogan reza “ama, come y sé feliz”, invita a la gente a no tenerle miedo a la comida real sea cual sea su opción alimentaria, a no contar calorías, a dejar de lado las dietas restrictivas, a comer teniendo una alimentación variada, saciante, completa, nutritiva, que supla todas las necesidades que el cuerpo exige desde el estilo de vida y condición de cada quien respetando las individualidades pero sobre todo proponiendo un esquema que nos devuelva al origen, a la comida de verdad, a encontrar el perfecto balance, a cocinar, a comer lo que nos da la tierra, a comprarles a nuestros campesinos, a volver a lo local ,a leer las etiquetas y cuestionar qué es lo que verdaderamente estamos ingiriendo, a cuidarnos con alegría y amor, a volver a la mesa… a reconectarnos con el alimento desde todos los estados de la vida, a eso invito en mi libro.

EE    Otro punto que preocupa a ambos expertos es el uso de la palabra “desintoxicar”, que, además, cada vez gana más fuerza en el mundo fitness.

MO   Es lamentable que la imposibilidad de entender el contenido del libro por el evidente sesgo y la falta de información sobre él, es decir, porque la periodista, voy a ser cansona con esto, no lo leyó, incluya el texto en un paradigma al que no pertenece. En el libro incluso aclaro que este no es un libro fitness, que en él no ofrezco recetas mágicas, ni alimentos para bajar de peso, que no me interesan las dietas y los peligros de las nuevas modas y que no estoy de acuerdo con el tema détox y argumento dicho asunto exponiendo lo que es una teoría que tiene sentido. Si le das a tu cuerpo comida, en la medida de lo posible, libre de contaminantes: colorantes, conservantes, súperprocesos, estabilizantes, saborizantes y demás, fresca, local, si te conectas con lo que comes desde el momento en que vas a la plaza de mercado, a la cocina, experimentando en ella todo tu potencial creativo, y la compartes con familiares y amigos en el ritual de la mesa, seguro que no vas a necesitar hacer todo este tipo de nuevas maromas, del reciente mercado de la alimentación vacía, tan de moda, para estar desintoxicado. Tu cuerpo lo tiene todo para estarlo si cuidas lo que le das. Es una pena que se escriban artículos donde la desinformación reine y que a vuelo de pájaro se brinden espacios para  acompañar las malas prácticas de la industria alimentaria y farmacéutica y se abogue  poco por la labor del campesinado, la comida de verdad, el sabor de nuestros saberes y sabores y la fertilidad de las buenas ideas y los gestos amorosos como parte del alimento diario. En muchas ocasiones me han invitado a dar talleres sobre batidos y dietas rápidas, mágicas, que rompen con todas mis creencias y por eso no las acepto, porque aun cuando están de moda no creo en ellas. Lo lamento, no creo en las modas. Por el contrario, me parecen peligrosas, siempre lo afirmo, incluso en el libro y siempre, siempre, les digo a los lectores que deben ser responsables e ir de la mano de su profesional de la salud. Si yo me dedicara a compartir mis experiencias positivas de vida de manera irresponsable estaría viviendo de eso, como suele pasar hoy en día, pero no, no es así. Me decía en estos días la escritora italiana Andrea Marcolongo que uno no escribe libros para pagar la renta sino porque tiene cosas que decir y en eso estoy completamente de acuerdo: He querido compartir desde la más profunda honestidad y seriedad las cosas buenas que me han pasado dentro del camino de la alimentación consciente puesto que creo tener la responsabilidad de hacerlo luego de 25 años de trabajo público en los medios de comunicación. Me han pasado cosas buenas, espero que a la gente también le pasen pero desde su autonomía, desde su búsqueda. Hay que apuntar a la formación de criterio del público.

EE    Es más, la presentadora dedica la mayoría de las páginas a dar un discurso sobre cómo “curar el alma” y enumerar una serie de mantras para encontrar la paz espiritual, “peros” que pertenecen a otro debate.

MO    En principio no había necesidad de acercarse a mi exposición sobre el tema de amarse a uno mismo de una manera tan desobligante. Insisto en que apegada a la realidad la señora vuelve a equivocarse en sus reparos sobre mi libro, pues o ella no tiene idea de lo que es un mantra o le parece que usar el término tal como lo hace le deja lucir de manera desdeñosa y peyorativa su posición, y no la mía, frente a un asunto que ella llama espiritual. Buena parte del libro  invita  a la gente a tener una buena actitud frente a la vida, a cuidarse, a quererse, a volver a disfrutar de las cosas pequeñas y de las tardes de brisa, a sonreír y entender que el alimento no es sólo el físico, que también hay que tener conciencia, “alimentación consciente” sobre los que consumimos para nuestra mente y nuestro espíritu. No me meto con ninguna religión, no adoctrino a nadie, no toco ningún dogma; claramente, si la señora hubiera leído el libro, podría resumir que es un escenario “buena onda”, por hacer un poco más coloquial este asunto, donde se invita  a construir paz desde nuestro estado de salud mental, físico y emocional dando paso a la reconexión a través de un vector que cruza tangencialmente nuestras vidas y que se llama alimento, de toda índole. Cuando le pregunté a la periodista sobre este punto ella me dijo: Yo no leí ese pedazo espiritual porque eso a mí no me interesa y yo estoy a cargo de manejar artículos desde la parte científica. Nada más científico que entender que el buen vivir del corazón, del espíritu,  se refleja en la salud y que la memoria alimentaria y el gusto nos puede remontar a lugares de inmensa dicha o a  transformar definitivamente nuestro entorno. Yo en cada uno de mis libros siempre expongo y aclaro que no soy profesional de la salud ni que pretendo serlo; sin embargo, la periodista me dice que ella está a cargo de la mirada científica de este tipo de artículos en el periódico. No quisiera sonar impertinente con la pregunta, pero ¿En qué universidad del país se ofrece la formación en periodismo científico? ¿Es esa su especialidad? Lo desconozco y por eso mi curiosidad. Les ruego perdonen mi ignorancia. ¿O es la periodista bióloga, ingeniera de alimentos, médica? En verdad no quiero ser chocante pero quisiera saberlo, ya que durante la conversación ella me recalcó el hecho científico varias veces, supongo que al ser ese su cargo tienen estos avales para exponerlo y denunciar lo que ella llama mis “mantras” para curar el alma.

EE    En cuanto a las recetas que presenta Ortega en el libro, todas vegetarianas, los nutricionistas hicieron dos aclaraciones

MO   Este punto, sobra decirlo, se cae de su peso. Si soy vegetariana es claro que no estoy en capacidad de presentar recetas en las que cocine con ingredientes de origen animal porque es evidente que he tomado una decisión sobre mi opción alimentaria hace muchos años, con la que soy consecuente. Sin embargo el recetario, que no es un vademécum de 5.550 recetas sino de unas cuantas que esperan servir de inspiración a los lectores para que entren a la cocina sin temor, pues son recetas muy simpes de preparar con ingredientes muy fáciles de conseguir dentro del esquema que he llamado SER: Sencillo Económico y Rápido, resultan ser, y lo digo porque mis dos libro anteriores han tenido prólogos escritos por médicos y este tercer libro lo presenté durante la FILBO junto al Dr. Santiago Rojas, una opción para tantas personas que entran con una dolencia donde sus médicos y salen con una inmensa lista de alimentos que no pueden comer. Yo ofrezco unas recetas sencillas, para preparar, en este mundo al que le atribuimos poco tiempo, sin la pretensión de que se conviertan en las tres comidas diarias de las personas y que sí pueden ser una opción frente algunos ingredientes que se han vuelto restringidos para muchos. Quisiera saber, ¿Dónde la periodista encuentra el tema retorcido en este asunto que quiere hacer ver como si utilizar ingredientes abiertos al público fuera un deseo inminente de llevarlos a la enfermedad? ¿Acaso alguien va a comer granola tres veces al día o ceviche de mango durante toda su vida como plato principal? ¿En qué lugar del libro yo le digo a la gente que esto es lo único que pueden comer? ¿Donde está la mirada real frente a todos aquellos que allá afuera --yo no soy influencer ni YouTuber-- están diciéndole a la gente que tomen batidos, pastillas, que dejen de comer y cambien la alimentación verdadera por malteadas y suplementos adelgazantes, que van a bajar 5 kilos en dos días comiendo solo, qué sé yo, semillas de calabaza o que si no comen el producto alimentario de moda no van a lograr verse dentro de los cánones de la belleza y la “nutrición actual”? Qué lástima que el artículo esté lleno de interpretaciones y no de argumentos.

EE   El Espectador consultó a dos nutricionistas para poner a prueba lo que asegura Ortega en El camino sencillo. Catalina Echeverry, nutricionista y dietista de la Universidad Javeriana, y Juan Camilo Mesa, nutricionista, dietista y microbiólogo de la misma universidad.

MO    Aunque este es el argumento con el que la periodista insiste en que su posición es completamente científica, por encima de las imprecisiones antes descritas, lo cierto es que cuando telefónicamente le pregunto por la información de donde estos nutricioncitas sacan las afirmaciones que me adjudican, ella me indica, con gran desparpajo, que a ellos se les enviaron unas recetas. Le digo yo: ¿Sólo unas recetas? ¿Y el resto del libro? ¿Cómo pueden poner en mi boca afirmaciones que no he hecho, cosas que no he dicho si no leyeron el libro? Y ella responde: Para eso les enviamos las recetas. ¿Sin contexto?  Le pregunto yo a usted, quien está a cargo y cree en el trabajo responsable de sus periodistas ¿Esto es en serio o es parte de una broma pesada?

EE   La primera es que se debe romper el mito de que la miel es más sana que el azúcar de mesa. 

MO    En principio, si la señora insiste en sus falsas declaraciones en las que tendenciosamente indica que yo induzco con mi libro a la gente a ser vegana, se equivoca al escribir en su artículo,  a través de la voz de un nutricionista, que yo les digo a los lectores que usen miel. Esto es porque los veganos, al no consumir ningún ingrediente de origen animal, no consumimos miel. Por tanto la frase expuesta en el artículo es mal intencionado y desinformado. La verdad es que en este punto, ya con una sonrisa, le repito, aquí no hubo la más mínima investigación. Cuando le hablo a la señora al respecto ella me dice: En eso sí me equivoqué; si usted quiere rectifico lo de la miel. Gracias a Dios ya no tengo 20 años.

EE    Igualmente, Mesa explica que hay afirmaciones en las recetas del libro que son bastante debatibles. “Dos cucharadas de huevo, no huevo. ¡Ay! ¿Y qué es esto? Pues un sustituto del huevo. Hay varios y se usan de acuerdo con la receta. Para esta vamos a usar dos cucharaditas de linaza”, dice la receta de milanesa de quinua que propone la presentadora en el libro. Pero hablar de reemplazar el huevo por la linaza, desde un punto de vista nutricional, para los expertos tiene poca lógica. “El huevo, después de la leche materna, es el mejor alimento de la tierra y no hay manera de sustituirlo por linaza, empezando por la proteína. Es en este tipo de declaraciones que hay mucho riesgo, porque luego llegan los pacientes a consulta con muchas deficiencias porque quieren imitar estilos de vida que no funcionan para todos”.

MO     Quisiera que me respondiera seriamente la periodista dónde le digo yo a la gente que deje de comer huevo y que lo reemplace por linaza. Cuando se lo pregunté me dice: Usted lo pone en una receta y yo le dije: Sí, como un ingrediente. ¿Será que alguien va a comer milanesa de quínoa durante 7 días de la semana, preparada con la linaza como uno de los ingredientes del plato y entonces al prepararla  no con huevo si no con lo que en el ámbito gastronómico alternativo se llama huevo no huevo o huevo de linaza, por sus cualidades aglutinantes, va a dejar de comer huevo de por vida y va a perder nutrientes? Porque, claro, si así fuera lo que está escrito en el libro, hasta yo me asustaría y diría, señora usted tiene toda la razón, llévenla al cadalso, júzguenla y de una vez a la hoguera. Pero no, no es así. No hay un solo renglón en el que la linaza no sea otra cosa en mi libro que un ingrediente en una receta. Pero, claro, como a los pobres nutricionistas que llamaron para el linchamiento no les dieron sino un par de recetas y ninguna opción distinta a hacerse nombre por aparecer en su respetado periódico hablando de lo que no sabían porque la periodista no les dio la información completa… Este punto, permítame le hago un símil y le ruego me disculpe, es como pensar que la homosexualidad es contagiosa. ¡Por Dios, qué desgaste!

EE    Una costumbre que va de la mano con dos riesgos enormes: que en redes suelen abundar más los charlatanes que los profesionales y, como lo comenta Mesa, que el organismo de cada persona funciona distinto. Existen tantas dietas como personas en el mundo, y lo que le funciona a una actriz o modelo que admiramos no aplica para nuestros cuerpos.“A consulta nos llegan casos terribles. Personas que siguen dietas ‘détox’ o toman solo jugos durante tres días, que es una dieta que no se puede sostener con el tiempo”, comenta Echeverry. “Si las personas quieren leer estos libros o seguir a estas personas, que lo hagan si quieren, pero siempre asesorándose de un profesional. Siempre hay que recordar que a las personas les pagan por escribir o decir esto, y que muchas veces ni consumen lo que promocionan. ¿Así que por qué lo haría usted?”.

MO    Yo,  lo digo desde el corazón y con transparencia, desde el camino recorrido, desde mi criterio y la confianza en lo que soy, sin pretensión alguna, sin el deseo de hacer mal a nadie, esperando siempre el beneficio de todos, con una fe infinita en el poder de cada una de las experiencias vividas, con la impecabilidad con la que he desempeñado mi trabajo, y desde mi corazón, porque no tengo otro lugar desde el cual pueda hacerlo: YO NO SOY UNA CHARLATANA. Jamás he querido suplantar a nadie en su profesión, soy muy cuidadosa del contenido con el que trabajo y con cada una de las cosas que hago y digo porque soy consciente de la responsabilidad que tengo y si algo he construido en estos años de carrera es algo que se llama credibilidad, un tesoro con el que no juego y que uso para compartir y entregar lo bueno que puedo a quienes generosamente se acercan a mi trabajo. Si algo hay en este libro es una mirada clara sobre la estandarización y mi deseo ferviente de que volvamos a pensar, a cuestionarnos, a no comer entero, justamente porque creo en la formación del púbico en la necesidad que la gente asuma su responsabilidad intelectual física y espiritual. Mi llamado es a entregar una llave para que cada quien elabore con disciplina y dentro de un proceso personal la elaboración de su criterio, de sus ideas y para que dentro de esa premisa tomemos las riendas de la conectividad con nuestro ser interior y de paso le demos una mano al planeta. Si se me castiga por decir que reduzcamos la huella de carbono, que respetemos el medio ambiente, que le compremos a nuestros campesinos, que volvamos a la plaza de mercado, que podemos tener tiempo, que se vale reír y comer rico, que se puede tener armonía interior, que no hay que estar dentro del paquete para conquistarte a ti mismo entonces, que se me juzgue porque en esto y en ser buenos seres humanos, es en lo que yo creo. Pero por favor no acaben sin justificación con mi trabajo porque detrás de mi esfuerzo hay cualquier cantidad de personas que hacen parte de este labor titánica que significa editar e imprimir un libro, contando con todas las personas de la Casa Editorial El Tiempo, en cuya seriedad, transparencia y profesionalismo confío, con quienes ya tengo tres títulos y de quienes dudo tengan tan poco sentido común como para publicarle a una persona completamente incoherente, irresponsable, avivata, payasa  y loca tal cual se me retrata a través de “El camino sencillo" en este artículo; hasta el librero de cualquiera de las librerías del país que lo recomiendan y que la mayoría de las veces sí hacen su trabajo y sí se leen los libros que recomiendan y venden. Es una cadena productiva.

EE   Existen tantas dietas como personas en el mundo, y lo que le funciona a una actriz o modelo que admiramos no aplica para nuestros cuerpos.  “A consulta nos llegan casos terribles. Personas que siguen dietas ‘detox’ o toman solo jugos durante tres días, que es una dieta que no se puede sostener con el tiempo”, comenta Echeverry. “Si las personas quieren leer estos libros o seguir a estas personas, que lo hagan si quieren, pero siempre asesorándose de un profesional. Siempre hay que recordar que a las personas les pagan por escribir o decir esto, y que muchas veces ni consumen lo que promocionan. ¿Así que por qué lo haría usted?”.

MO   Existen tantas dietas como personas. El punto aquí es que yo no ofrezco una dieta, es un planteamiento sobre un estilo de vida, sobre entender la vida misma como un proceso en el que prima el sentido común. El trabajo de los periodistas no puede ser desviar el foco de atención sobre ideas, supuestos y prejuicios para vender más ejemplares u obtener más rating. La pulcritud en la investigación, las palabras y el contenido debe primar siempre. Por esta razón, insisto, yo no estoy llevando al cadalso a nadie, ni mi intención es crear una secta, ni ofrezco una panacea, ni espero likes, ni tengo la verdad absoluta. Yo muestro una visión alterna frente a un sistema lleno de productos alimentarios que provienen de un laboratorio, y  que nos está haciendo mucho daño, hecho innegable.

EE   Al consultar al equipo de comunicaciones de Margarita Ortega para conocer qué opinaba sobre estas criticas o cuáles habían sido los insumos de estudios científicos para escribir el libro, explicaron que ella no hablaba al respecto. Que, así como lo advierte en el libro y lo ha dicho en distintas entrevistas, ella siempre aclara que no es nutricionista ni especialista en salud, sino que simplemente está compartiendo su experiencia.

MO   En la conversación que sostuvo la persona a cargo de la prensa de mi libro, el señor Diego León Giraldo, con la periodista, quien lo contactó por chat, tengo las fotos de pantalla, le dijo que quería hablar conmigo sobre algunos "peros" que le han puesto nutricionistas a este tipo de libros.  Esta es una invitación, no a debatir sobre mi libro sino a hablar sobre una polémica que ha surgido por publicaciones de youtubers, instagramers y demás personas que trabajan en los nuevos medios masivos y que inducen a la gente a hacer esto o aquello. Yo no estoy aquí para polemizar sobre el  trabajo de los demás, yo no tengo la verdad, yo no estoy aquí para juzgar y como la invitación era a entrar en esa polémica yo preferí hacerme a un lado y no hablar del asunto. Yo no soy influencer, lo repito, y tengo una cuenta en Instagram que bien pueden revisar y ver de qué manera la uso, se llama @estoyverd. Por cierto, no creo que la polémica, de todas maneras, deba darse sobre la existencia de la información sino sobre la realidad con la que nosotros consumidores de esa información la estamos asumiendo, la estamos digiriendo y nos la apropiamos. ¿Dónde está nuestra responsabilidad como lectores, como seguidores de esos nuevos “paradigmas”, de esos gurúes como los llama la señora? Bienvenido el debate pero con sustento, con ideas y con realidades. Ahora leo el mensaje final de la conversación entre la periodista y el señor Giraldo, las últimas frases parecen una amenaza a lo que vendría. ¿Será?...Prefiero no entrar en el juego de los supuestos como ella sí lo ha hecho.

Margarita María Ortega Cadavid.

 

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