Resistir la guerra

Columnista invitado EE
21 de febrero de 2020 - 05:00 a. m.

Por Sebastián F. Villamizar Santamaría

¿Cómo cría alguien a una hija en medio de bombardeos? Para un padre sirio, la respuesta fue enseñarle a su hija de tres años a reírse cada vez que caía una bomba, para que no le dieran miedo las fuertes explosiones.

El video que muestra ese juego bien pudo haber sido en el Cauca. La lideresa afrocolombiana Francia Márquez Mina, ganadora del llamado Nobel del medio ambiente, describió en una carta de 2015 cómo fue vivir en medio de la guerra cuando hubo una orden de retomar los bombardeos en ese departamento.

Márquez Mina dijo que la gente que vive en las ciudades “no sabe qué es tener helicópteros encima de su casa disparando ráfagas” o que no entienden qué “significa que alguien vaya a su finca a desyerbar y… sienta que su azadón haló el cable de la mina antipersona”.

Como casi el 75 % de las personas en Colombia viven en ciudades, por eso es importante visibilizar los estragos de la guerra en quienes viven asediados por bombas y helicópteros, todos los días, sin descanso. Hablar de esto sin sensacionalismo es necesario para crear empatía entre la gente que los únicos ruidos de motor que escucha son los de los carros y motos. En parte eso es lo que buscan videos como el de la niña siria, la carta de Márquez Mina o las fotos desgarradoras de Jesús Abad Colorado.

Otro ejemplo es la película Matar a Jesús, de Laura Mora Ortega, en la que se muestra cómo viven las víctimas y los sicarios jóvenes en Medellín, en una guerra que no es de ellos pero en la que les tocó meterse. La película retrata una realidad tan compleja de forma tan sutil, que al final uno se queda con una sensación de malestar emocional sin saber muy bien quién es el culpable, porque está en todos lados.

Generar empatía con las víctimas de la guerra no es una tarea fácil, sobre todo cuando partidos políticos y votantes piden retomarla. Pero las imágenes de cómo viven las personas su vida cotidiana en una guerra son un mecanismo efectivo para hacer que más personas ajenas a esos conflictos puedan ponerse en sus zapatos.

Esas imágenes también serían útiles para recuperar la memoria y buscar justicia. Pero con el nuevo director del Centro Nacional de Memoria Histórica, que parece estar del lado de uno de los actores armados, y con la poca confianza de varios sectores en la JEP, nos ha tocado quedarnos sólo con las que han expuesto los movimientos sociales o las que se cuelan en nuestros celulares.

Y esas imágenes pueden ser formas de normalizar o de resistir la guerra. Aunque normalizarla es parte de un mecanismo para poder vivir y lidiar con traumas y secuelas, esos no dejan de existir. Por eso es que hay que aprender de quienes las han convertido en formas de resistencia, que en vez de normalizar el conflicto lo miran a los ojos y lo ponen de cabeza para quitarle el poder que tiene sobre ellos.

@sebvillasanta

 

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