Atalaya

Se acabó el circo

Juan David Zuloaga D.
28 de junio de 2018 - 07:35 a. m.

Confieso que fui uno de los que miraron con recelo la introducción del VAR en el mundo del fútbol. Como tantos, imaginé que la introducción de esta tecnología en los partidos los interrumpiría a menudo como ocurre en el rugby, por ejemplo, o les mermaría su intensidad hasta hacerlos parecer un partido de béisbol. Sin embargo, el uso oportuno y mesurado del árbitro asistente de video (como se ha intentado traducir “video assistant referee”) ha traído —al menos por el momento— más beneficios que males y ha terminado por acallar las críticas de detractores y escépticos.

No sólo no ha menguado el ritmo de los partidos, sino que ha redundado en beneficio de la justicia. Parece ser que se acabaron los árbitros que oficiaban de jueces y de hinchas a un tiempo, parece ser que se acabaron los árbitros que pitaban en favor de ciertos clubes o de determinados patrocinadores, parece ser que se están reduciendo a un mínimo las arbitrariedades de quienes en el fútbol imparten injusticia y parece ser que el error arbitral queda ahora limitado a la hermenéutica de su ejercicio.

Se ha mostrado de utilidad para resolver las situaciones difíciles y las jugadas discutidas, esas mismas situaciones y esas mismas jugadas que espectadores y comentaristas deportivos necesitaban ver varias veces en repetición y en cámara lenta para poder establecer si se trató de un penalti, de una mano intencional en el área o de un fuera de lugar. Porque todo esto ocurre en cuestión de segundos y, por eso, era fácil equivocarse. Ahora cuentan los árbitros con la posibilidad de recurrir a la repetición de la jugada para poder decidir.

Pero una consecuencia más trajo la inclusión de esta tecnología en los partidos del fútbol —y es consecuencia que los hinchas de este Mundial no dejan de celebrar— y es que a ciertos jugadores y a ciertos equipos se les acabó el circo que tenían montado; ya no podrán recurrir al golpe bajo y silencioso que se daba por la espalda (y cuando estaba el juez de espalda a la jugada), ni podrán tampoco recurrir al piscinazo, más o menos espectacular, para engañar a los árbitros, simulando faltas dentro y fuera del área que nunca existieron... Tristemente el repertorio dramatúrgico en este dominio es extenso y muchas naciones suramericanas lo cultivaban y lo practicaban al punto de haberlo convertido en tradición, y muchos partidos y campeonatos aprendieron a ganar por medio de la trampa, la simulación y el engaño. A esa mezquindad puso fin la introducción del VAR. Se acabó en el fútbol el reinado de la “mano de Dios” y comienza la era del fútbol profesional, del fútbol sin tramoya. Y, por lo tanto, tienen ahora que dedicarse a hacer lo que siempre debieron haber hecho: jugar al fútbol.

@Los_atalayas, talaya.espectador@gmail.com

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar