Se necesitan empresas para crear trabajos

Luis Carlos Vélez
09 de diciembre de 2019 - 05:00 a. m.

Se puede decir todo lo que se quiera sobre Donald Trump, pero que está haciendo la tarea económica, está haciendo la tarea económica. El viernes salieron los más recientes datos sobre desempleo en EE. UU. y las cifras son récord. El nivel de desocupación es el más bajo de los últimos 50 años en la Unión Americana.

A pesar de los escándalos en otros frentes, el presidente ha seguido al pie de la letra su plan para las finanzas del país. Su estrategia se resume en menos impuestos para las empresas, mayor flexibilización del mercado laboral, incentivos para la inversión local y extranjera, estímulos para los mercados bursátiles, bajas tasas de interés y protección del mercado laboral. El resultado, aparte de los índices más bajos de personas sin trabajo de la historia reciente, representa uno de los mejores desempeños continuados en la economía de ese país. También hay buenas noticias en términos de salarios: desde que empezó esa administración, los ingresos de las familias han ido subiendo constantemente. Notable.

Sin embargo, no todo es color de rosa. Al observar los datos de la Oficina del Censo en EE. UU., salta a relucir el hecho de que la inequidad está en su nivel más alto desde que la entidad empezó a calcularla. El uno por ciento más rico en ese país es dueño de un tercio de toda la riqueza de la nación. Interesante.

Es precisamente allí donde está gran parte de la discusión actual, incluso en nuestro país: ¿se debe ayudar a las empresas para que contraten más gente y se hagan más ricas? ¿O es preferible elevarles los impuestos a las empresas para redistribuirlos en subsidios a la población, corriendo el riesgo de que las generadoras de ingresos se quiebren?

Estados Unidos optó por la primera opción y por eso es un innegable éxito económico. Aunque es posible que el próximo año la economía gringa sufra un recalentamiento, en la estructura seguirá siendo sólida y próspera, ofreciendo trabajo y oportunidades a sus habitantes. La alternativa, países que se han movido hacia el socialismo, como Venezuela y el Reino Unido en la década de los 70, se han vuelto más pobres y miserables, como bien lo recuerda David Brooks en su columna de la semana pasada en The New York Times.

En definitiva, para crecer se necesita un ambiente propicio para el emprendimiento y que las empresas se hagan más grandes. Es necesario dejar de lado los cantos de sirena que sostienen que nos lo merecemos todo por parte del papá gobierno y propiciar un sistema de real prosperidad que celebre el éxito bien logrado de los demás y busque replicarlo para el bien de todos. Cobrar y cobrar impuestos para calmar a las masas puede terminar ahogando a los ya golpeados empresarios, generar desempleo y, por ende, acabar con la tributación. Los ingresos de las naciones no se dan como la maleza, hay que trabajarlos. Es mejor generar y repartir riqueza que igualarnos en la miseria como nación. Un paso seguro para proteger a los trabajadores también es proteger a las empresas que construyen y para las que trabajan.

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