¿Seremos capaces de evitar la catástrofe?

Claudia Morales
12 de octubre de 2018 - 05:00 a. m.

Para quienes niegan que el cambio climático (CC) existe, entre ellos el presidente Donald Trump, afirmar que nos quedan 12 años para evitar una catástrofe es escandaloso. Sin embargo, no se trata de una simple opinión, sino de una de las conclusiones de más de 6.000 referencias científicas y del trabajo de 91 autores y editores de 40 países cuya investigación quedó consignada en el reporte especial del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), dado a conocer el lunes en Corea del Sur.

La meta más próxima es evitar que la temperatura aumente 1,5°C más, y nos dicen los investigadores que si se alcanzan los 2°C, los días extremadamente calurosos serán más severos y comunes, lo cual aumentará el número de víctimas y los incendios forestales. Crecerán la escasez de comida, los niveles de pobreza y el desplazamiento de comunidades. Si el planeta se calienta dos grados más, los insectos y las plantas perderán el 50 % de su hábitat y el 99 % de los corales desaparecerá; en el 2100, diez millones más de personas se verán afectadas por el crecimiento del nivel del mar y la industria de la pesca marina perderá tres millones de toneladas.

El profesor y defensor del medio ambiente Manuel Rodríguez dice: “Detesto ser catastrofista, pero lo que nos está diciendo la ciencia es que de mantenerse ese camino estaríamos acercándonos a un mundo allanado por los más variados desastres producto del CC y, lo más grave, que en un escenario de 2°C se entraría en una inestabilidad climática, en gran parte, incontrolable”.

Cambios en el uso de la tierra y la tecnología, planes de reforestación, masificar el transporte eléctrico, la energía eólica y la solar, y, en resumen, acabar con el uso del carbón son algunas de las soluciones planteadas por el IPCC. El problema está en la ausencia de voluntad política entre los líderes de algunos de los países que tienen la mayor responsabilidad en la emisión de gases de efecto invernadero (GEI).

Además de Trump, en Brasil, séptimo emisor más grande de GEI, Jair Bolsonaro anuncia que en su presidencia se retirará de los acuerdos sobre CC y volverá la Amazonía un terreno de negocios agroindustriales. En Colombia tenemos al alcalde Peñalosa que quiere urbanizar la reserva Van der Hammen y estamos a la espera de que el presidente Duque empiece a gobernar para que nos diga qué políticas va a implementar en relación con el medio ambiente.

Para la directora del Instituto Humboldt, Brigitte LG Baptiste, “lo más grave son las disrupciones en los procesos biológicos que son tan importantes en nuestros ecosistemas ecuatoriales. Además, me preocupan los efectos indirectos, sobre todo las sequías e inundaciones que van a implicar la expansión de epidemias biológicas y de enfermedades para fauna y flora silvestre como para especies cultivadas y domésticas. Medio grado sí significa un umbral crítico de funcionalidad ambiental”.

Sandra Vilardy, decana de la Facultad de Ciencias Básicas de la Universidad del Magdalena, invita a pensar en el Caribe colombiano: “En el 2100 el nivel del mar aumentará entre 26 a 77 cm y eso tendrá consecuencias progresivas que ya estamos viendo en la protección de las zonas costeras, la pesca artesanal y la viabilidad de la infraestructura de poblaciones costeras”.

En su libro 21 lecciones para el siglo XXI, el historiador Yuval Noah Harari afirma: “Durante miles de años, Homo sapiens se ha comportado como un asesino ecológico en serie; ahora está transformándose en un asesino ecológico en masa”. ¿Seguiremos por esa línea?

@ClaMoralesM

* Periodista. 

 

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