Sinceridad

José Fernando Isaza
06 de febrero de 2020 - 05:00 a. m.

¿Qué destino tendrían las naciones si los gobernantes, en lugar de falsear las verdaderas razones de las decisiones que toman, emplearan sus energías e imaginación no en inventarse justificaciones no creíbles, sino en buscar soluciones a los problemas de los ciudadanos?

En lugar de estar proclamando que se buscan acuerdos programáticos con los partidos que hoy no están en la coalición del Gobierno, se diría simplemente la verdad: que se les ofrecerán puestos y contratos, con el objeto de que al estar en la coalición del Gobierno apoyen las iniciativas del Ejecutivo. En las democracias es natural que se formen coaliciones, especialmente cuando el partido ganador no tiene la mayoría absoluta. En casi todos los casos hay cierta dosis de clientelismo, pero los acuerdos políticos tienden a ser más importantes que los simples puestos, contratos y el manejo presupuestal, factores que constituyen el núcleo de los llamados acuerdos programáticos. La negociación está centrada en qué ministerios se ofrecen y con qué recursos presupuestales y burocráticos cuentan.

En lugar de decir que Uber incumple las normas de transporte y no paga impuestos, narrativa que no engaña a la opinión, el Gobierno ha creado condiciones para que Uber se retire. La razón es que el gremio de taxistas lo exige como pago por su apoyo. Se dice que Uber no paga todos los impuestos, ¿pero sí lo harán los taxis? El Gobierno no ha informado cuánto pagan. Por otra parte, la reposición de los taxis está exenta de IVA, no ocurre lo mismo con los automóviles que se emplean para el servicio de Uber. Hay un gran costo en la adquisición de un cupo de taxi, pero este ingreso no entra en las arcas del Gobierno, sino que va a aumentar la riqueza de los pocos que obtienen este privilegio. La restricción de cupos otorga un gran poder discrecional a las autoridades, que pueden así retornar los apoyos prestados durante las campañas electorales. Sorprende que el Gobierno utilice como argumento para presionar la salida de Uber que esta aplicación limita la competencia; al contrario, ofrece alternativas a los usuarios. No fui usuario de Uber y las veces que uso un taxi empleo una aplicación de taxis amarillos.

Si la alcaldesa de Bogotá está de acuerdo en que se pague una suma para que un vehículo particular pueda usarse sin la restricción del pico y placa, que lo haga; en caso contrario, que no ponga en ejecución el decreto. Pero decir que además de pagar se deben sembrar árboles no parece adecuado. ¿Por qué no obligar también, por ejemplo, a hacer 1.000 lagartijas o correr cinco kilómetros? Esto también ayuda con la salud. ¿Para qué gastar esfuerzos en reglamentar dónde se siembran los árboles, qué especies, quién los siembra y las horas en que se prestan los servicios comunitarios? Desgastar a la administración en estos oficios hace pensar que no existen otros temas que tienen mayor impacto en el bienestar ciudadano. Quienes tienen ingresos suficientes poseen dos carros, cada uno paga IVA e impuesto de rodamiento y la cifra de estos impuestos puede superar el pago que se propone para evitar el pico y placa. La diferencia reside en que el IVA no lo recauda el Distrito Capital, como sí lo haría con el pago por eludir el pico y placa. Puede avanzarse la hipótesis de que esta medida beneficiaría más a la clase media que a la alta.

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