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Soberbia feudalista

Alberto López de Mesa
22 de octubre de 2020 - 12:48 a. m.

Desde el inicio el presidente Iván Duque avisó que su mandato tendría la impronta ideológica del capataz del Centro Democrático, partido gobernante. En el acto de posesión el presidente del Senado, Ernesto Macías, cual esbirro copartidario, con un discurso revanchista, difamó con infundios el gobierno del presidente saliente Juan Manuel Santos, acusándolo de haber malogrado la economía y la seguridad, y desvirtuando con saña los acuerdos de paz firmados con las FARC.

De hecho, con mayorías en el congreso, con los ministros y las directrices al antojo del capataz, se impusieron: plan de desarrollo, reforma tributaria, nombramientos estratégicos en instancias gubernamentales y también en las de control, desobedeciendo la independencia de poderes. Todo para manejar el país como una finca donde proceden a sus anchas los grandes industriales, empresarios, magnates de la banca que financiaron su acceso al poder, y sobre todo favorable a los intereses megalómanos del caudillo gamonal.

Pero ya no les es tan fácil mandar de modo feudal, porque los colombianos mayoritariamente ya no aceptamos que se nos traté cual vasallos sumisos. Mínimo, los ocho millones que votamos por las propuestas del candidato de la oposición, nos empoderamos del albedrío conferido por la constitución que en su artículo primero establece que Colombia es un Estado social de derecho, democrático, participativo, pluralista y con autonomía de sus entidades territoriales. También porque gracias a la popularización de las tecnologías digitales que han permitido la globalización de las comunicaciones y la democratización de la información, los colombianos como la mayoría de los pueblos del mundo nos hemos concientizado de la culpabilidad del capitalismo salvaje en la iniquidad que provoca hambrunas y miseria, en el cambio climático resultante de una noción de desarrollo contaminante, depredador e indolente con el medio ambiente. Así las cosas, el capataz le ha indicado a su presidente Duque y a todo el equipo de gobierno que para superar las obstáculos de la democracia el recurso es la soberbia.

Entonces lo conveniente y lo verdadero no es lo que se vive en la realidad sino lo que indique el capataz y sus secuaces en el gobierno, obviando, si es preciso, la ética institucional; por ejemplo el DANE diseña estadísticas y datos para encubrir negligencias o demostrar logros del presidente, el Centro de Memoria Histórica ya no pondera la verdad de las víctimas civiles sino las muertes heroicas y el sacrificio del ejército nacional durante el conflicto armado. La JEP, apreciada internacionalmente como modelo de justicia para la paz y la reconciliación, los del partido Centro Democrático, temiendo que allí aflore la verdad que los inculpa, desvirtúan públicamente su misión como si fuese una estratagema para la impunidad de los terroristas desmovilizados.

La soberbia de gamonales es egoísta, intransigente, solo oyen las voces que complacen su ambición de poder y su codicia. No les importa que en las consultas ambientales las mayorías voten no a la megaminería, no al Fracking, No a la aspersión con glifosato, no al trasporte público con buses diésel, ellos de cualquier modo impondrán sus negocios.

Con soberbia desatienden peticiones, reclamos y denuncias que con cacerolazos, con manifestaciones multitudinarias, con expresiones artísticas demandan los gremios, los estudiantes, los campesinos. Tan indolente es la soberbia oficial como si en verdad estuviéramos en una dictadura disfrazada de democracia.

La soberbia gubernamental es tan déspota como criminal, pues al no impedir el sistemático asesinato de líderes sociales es igual que permitirlos, que cometerlos. Pues si aborda las manifestaciones populares con brutales acciones de la fuerza pública y no pide perdón por los mortales y demostrados abusos de la autoridad, es justificar los asesinatos de manifestantes, tan grave como autorizarlos.

La soberbia feudalista tiene tanto de racismo como de estulticia, incapaz de valorar el significado y la trascendentalidad de la ritual movilización de 8000 indígenas, que, en tiempos de pandemia, arriesgando sus vidas llegan hasta la capital, confiados en que el presidente tendrá la gentileza de atender y resolver sus demandas.

Por si no lo sabían, Minga es palabra de origen quechua que denomina una práctica precolombina de economía colaborativa para la agricultura, para la construcción de casas y caminos, tan determinante de la cohesión comunitaria como los antiguos Kibutz judíos, que permitieron la creación del Estado de Israel.

En Colombia la Minga trascendió de lo económico a lo político, así los miembros de una comunidad se congregan para peregrinar hasta una laguna tutelar, para protestar contra los malos gobiernos o, como ahora, para buscar un diálogo directo con el presidente de la República que les permita denunciar de viva voz el asesinato continuo de sus líderes sociales, la violencia y la miseria que viven en sus territorios por el abandono en que los tiene el Estado.

La Minga de 8000 indígenas: por la vida, por la tierra y por la paz se cumplió desde el norte del Cauca hasta Bogotá en paz, en armonía con la gente y la naturaleza de los territorios por donde pasaron, procuraron las medidas de bioseguridad que sus sabios mayores les indicaron, la alcaldesa del Distrito Capital, Claudia López, en un gesto magnánimo y consecuente les procuró las rutas que hicieran expedita y segura su movilidad hasta la plaza de Bolívar, el corazón de la democracia colombiana. Allí debió salir el presidente a escucharlos, a dialogar, a ofrecerles al menos promesas demagógicas. Pero no. La soberbia que le inculcó el capataz le impidió rebajarse con los indios. Para él la instancia para reclamos designada en la constitución es el Congreso. No se puede permitir atender bajo presión a un tumulto de marginales. Su estulticia le impide entender que la Minga debía ser un patrimonio de la humanidad como un modo Sui géneris, legítimo y original de participación democrática. Antes debería sentirse honrado porque las comunidades cumplan un ritual sagrado buscando su atención.

Pero el soberbio subpresidente prefirió la indiferencia, ni siquiera la historia, escrita por esbirros, juzgará su soberbia.

 

Amadeo(14786)22 de octubre de 2020 - 06:52 p. m.
Columna mendaz, soberbia, irrespetuosa y falaz. Cuanta gente mediocre colada en ese otrora gran diario de los Cano.
  • Emilio(23432)23 de octubre de 2020 - 12:23 a. m.
    Todo lo que usted dice es lo que es este gobierno corrupto, irrespetuoso, asesino por omisión. Los argumentos que señala el columnista es con argumentos. Cuáles son los suyos?
  • Assia(26182)22 de octubre de 2020 - 08:43 p. m.
    Comentario "mendaz" el suyo, Amadeo. "Mediocre" usted, en medio de este foro donde hay gente que si lee y ha estudiado para tener capacidad de opinión.
shirley(13697)22 de octubre de 2020 - 05:24 p. m.
No sé cuál calificativo se acopla mejor a Duque:si estulto o cretino.Opto por unir los dos en esa misma persona.¿Qué le costaba escuchar a un colectivo que en forma pacífica y democrática pedía ser atendido en sus justos reclamos? ¿No se supone que esta es una Nación pluralista y participativa?¿Tenemos un presidente o un señor Feudal?¿Por qué tanta sumisión con Trump y tanto desprecio por la plebe
UJUD(9371)22 de octubre de 2020 - 05:00 p. m.
Duque no quiere salir del relleno sanitario donde lo pasó a vivir su gran amigo el Ñeñe, no oculta su cobardía extrema.
Camilo(57229)22 de octubre de 2020 - 03:45 p. m.
Gracias por su estupenda columna. Veo que genera la ira de los patanes y de la barbarie, tal vez paga, por lo desapacible de sus burdos textos . El Espectador es una esperanza de libre pensamiento y diversidad de ideas en el mismo magnífico diario. Es menester leer a cada columnista. Gracias por el pensamiento.
  • Assia(26182)22 de octubre de 2020 - 08:48 p. m.
    De acuerdo, Camilo. Es en El Espectador donde se puede leer la opinión sensata de columnistas de alto nivel. Un diario que merece respeto y también respaldo de los colombianos de bien.
Atenas(06773)22 de octubre de 2020 - 02:30 p. m.
Ahhh, no este basuquero del desaparecido bronx, ya bajo las banderas de un siniestro mesías osó lanzarse con su bendición al juego sucio de su movimiento, y pa su maldición ni sus mismos pares, o ñeros, de su elección fueron compañeros . Mas no se desprende de sus artimañas de emitir diatribas, y comprendido está, sus adicciones aun más confunden y enredan sus desvaríos. Snif, snif.
  • Assia(26182)22 de octubre de 2020 - 08:49 p. m.
    Cierto, muy cierto Hernan.
  • Rivas(7913)22 de octubre de 2020 - 04:26 p. m.
    López de Mesa, por otra parte, sí sabe escribir, de lo que está bien lejos moralej, con su prosa enrevesada, incoherente y carente de sindéresis.
  • Rivas(7913)22 de octubre de 2020 - 04:25 p. m.
    Las adicciones son problemas de salud, que pueden o no superarse. La mala condición humana, como la de carlosmoralej, es innata, congénita, e incurable.
  • Hernan(7821)22 de octubre de 2020 - 03:58 p. m.
    Atenas y pablo pueblo dignos representantes del matarife y su secta. Los hazmerreir del foro.
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