Sobre el proyecto integral de Transmicable

Cartas de los lectores
20 de enero de 2020 - 05:00 a. m.

Me dirijo a ustedes para transmitirles la sorpresa que me llevé al leer el artículo “Renovación en Ciudad Bolívar: una deuda más allá del Transmicable” (El Espectador, 01/15/20) .

Me presento: Mi nombre es Martin Anzellini Garcia-Reyes, soy arquitecto y hasta hace algunas semanas estuve vinculado con la Administración Distrital colaborando en la estructuración técnica de algunos proyectos estratégicos para Bogotá como el Metro, el Bronx y la renovación urbana a lo largo del TransMiCable de Ciudad Bolívar. Siempre he sido un lector y un admirador del periódico, inclusive en los tiempos de puyas del cuatrienio que acabó.

Me entristeció leer el artículo en cuestión por la mala imagen con la que dejan al Proyecto Integral de TranMiCable y, sobre todo, por la superficialidad y desconocimiento con que se trata un tema que inclusive El Espectador había comunicado en ediciones pasadas. A continuación, me permito hacer algunas aclaraciones:

A diferencia de lo que enuncia la periodista en el artículo, el Proyecto Integral no son unas obras aisladas que el Distrito “prometió” hace un año con la inauguración del Cable. La intervención es una estrategia urbanística que inició en el 2016 cuando la administración Peñalosa asumió el reto de construir Cable. No son 12 obras aisladas sino un proyecto integral que, además del TransMiCable, comprende la construcción de 26 equipamientos y espacios públicos y una estrategia de apropiación y enorgullecimiento que inició hace tres años y que ha tenido la intervención de 24 entidades del Distrito a diferentes niveles. Es un proyecto ambicioso, de escala local y largo plazo con una inversión de alrededor de 240 mil millones de pesos (igual a la de la infraestructura del cable) que está evidenciando y seguirá demostrando el compromiso del sistema democrático con sus ciudadanos.

Hablando de las 26 obras complementarias, que en el ejercicio llamamos segundo anillo (ver infografía), los servidores de la administración fuimos muy cautos en no prometer (palabra que la periodista utiliza irresponsablemente varias veces) cronogramas irreales. Desde el inicio de las licitaciones de diseño y del englobe de las tierras en el 2017 fuimos muy conscientes –y así le comunicamos a la comunidad– en que la gran mayoría de este proyecto se verá culminada en el 2020 y el 2021.

A diferencia de lo se enuncia en el artículo, los proyectos cuyas obras ya se entregaron fueron cuatro y no cinco parques pues, si bien están ad portas de entregarse, el SuperCade de la Estación Manitas y el Centro Día para el Adulto Mayor de la Pilona 7 están aún culminando las obras, tal cual estaba previsto y tal cual se prometió. Adicionalmente, están en curso las obras del Parque, el Mirador y la Alameda de Illimaní y los tres Centros Culturales en las pilonas 10, 20 y la Estación final del sistema. Obras que contemplan el primer Museo de la Ciudad Autoconstruida en América Latina y el centro de Acogida para Turistas. Todas estas obras están en curso, financiadas y ajustadas a los cronogramas previstos y socializados. Por último, actualmente están en desarrollo los diseños para la construcción de dos Salones Comunales en la Pilona 6 y en la Plaza del Sapo; los recursos para estas obras están apropiados por medio de un convenio entre la Agencia Nacional Inmobiliaria y la Alcaldía Local de Ciudad Bolívar. Sin dejar de mencionar la construcción del CEFE del Tunal y el Parque lineal del Tunjuelo.

Sorprende evidenciar el desconocimiento de los programas sociales y de apropiación que desarrollaron las entidades distritales en cabeza de TransMileno y del IDPAC con más de 30 estrategias como el Carnaval del TransMiCable, capacitaciones para la acogida a turistas o programas para mejoramiento de vivienda.

El Proyecto Integral de TransMiCable fue presentado dentro del programa de Buenas Prácticas del Distrito, tuvo reconocimiento por C40 (red de ciudades) como una metodología que está siendo exportada e implantada, por ahora, en Río de Janeiro y Hanói y fue seleccionado en la Bienal de Urbanismo de Hong Kong donde está expuesto actualmente. Pero, tal vez lo más importante, es que esta manera de aprovechar una infraestructura de movilidad para construir ciudad y reforzar el tejido social en barrios de origen informal será una metodología que la Ciudad seguirá implementando en diferentes proyectos como el Metro y los Cables que la Administración entrante plantea desarrollar.

Me tomé el tiempo de comunicarme con usted pues la superficialidad y la falta de objetividad y veracidad del artículo son precisamente los elementos que, creo, un medio como El Espectador deben combatir. Artículos como este no solo dejan un sinsabor en los lectores y les dan pie a los dueños de la postverdad (como el señor Mateus y sus jefes políticos) para inflar sus egos y sus votantes, sino que desmotivan a funcionarios como yo y decenas de personas que trabajamos movidos únicamente por la idea de hacer de Ciudad Bolivar un mejor lugar para vivir.

Por supuesto, estaré a total disposición —desde mi cargo actual— para desmentir y corroborar la información que requieran al respecto de este y otros proyectos.

Martín Anzellini García-Reyes. Bogotá

Envíe sus cartas a lector@elespectador.com

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